El ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, el hombre que durante su mandato fue definido por el presidente estadounidense Barack Obama como "el político más popular en la Tierra" y que llegó a ser nombrado protagonista de toda una década por el influyente diario británico Financial Times, atraviesa sus horas más bajas.

Lula es investigado en su propio país por presuntos hechos de corrupción que él niega. Sin embargo, la Fiscalía de Sao Paulo ha pedido prisión preventiva para el exmandatario, acusado de blanqueo de capitales y falsedad ideológica por, supuestamente, haber recibido un tríplex ubicado en el Edificio Solaris, un condominio de lujo de Guaruja, en Sao Paulo, construido por el grupo de ingeniería OAS, involucrado en el escándalo de corrupción de Petrobras, como pago de la trama corrupta.

El ''calvario'' de Lula comenzó el pasado 4 de marzo, cuando la policía brasileña allanó su domicilio en Sao Paulo y lo llevó a declarar para investigar si cometió delitos de corrupción y de lavado de dinero en el marco del escándalo de Petrobras, la trama que desvió más de 2.000 millones de dólares de la petrolera estatal brasileña.

Ese día hubo momentos de tensión cuando simpatizantes y críticos de Lula se manifestaron en São Paulo, con algunos choques violentos entre ellos. Por la noche el expresidente participó de un acto en São Paulo, donde habló ante cientos de militantes de su partido sobre las adversidades que ha tenido que enfrentar en su vida, entre ellas, el cáncer de laringe que padeció en el año 2012.

Ahora, en una vuelta de tuerca más, los fiscales Cassio Conserino, José Carlos Blat y Fernando Henrique Araújo han argumentado que la prisión preventiva es necesaria para garantizar "el orden público, la instrucción del proceso judicial y la aplicación de la ley penal".

Sin embargo, el abogado de Lula, Cristiano Zanin Martins, ha restado importancia a la petición del Ministerio Público. "Se basa en testimonios de personas que sospechan que el inmueble estaba siendo construido para el ex presidente", ha indicado.

SU PRIMER TRABAJO, COMO LIMPIABOTAS.

Nacido el 27 de octubre de 1945 en Caetés, en el estado de Pernambuco, Lula comenzó a trabajar como limpiabotas a los doce años. Después fue trabajador metalúrgico, antes de convertirse en un famoso líder sindical. Él fundó el Partido de los Trabajadores (PT), la mayor colectividad política en la historia del país latinoamericano.

En 2003, y tras varios intentos fallidos, Luiz Inácio Lula da Silva llegaría a la presidencia de Brasil, para pasar a ser, tras ocho años en el poder, el mandatario más popular en la historia de ese país.

Con esas credenciales, se ganó el respeto de líderes como Barack Obama, quien un día refiriéndose a Lula dijo: "Me encanta este hombre", o el del ex primer ministro británico Tony Blair, quien lo calificó como "uno de los más excepcionales líderes de la era moderna".

Cuando Lula abandonó la presidencia, contaba con un porcentaje de aprobación superior al 80%. Dejó un país con menos pobres, más empleos y una de las economías emergentes más prometedoras.

En 2009 Lula fue nombrado "personaje del año" por el periódico francés Le Monde y "protagonista de la década" por el británico Financial Times. Al año siguiente, cuando ya concluía su mandato, la revista estadounidense Time lo situó como la personalidad más influyente del mundo.

Tras dejar la presidencia, se transformó en el conferenciante más caro del mundo junto con el expresidente estadounidense Bill Clinton. Por algunas de sus conferencias en el exterior se llegaron a pagar hasta 300.000 dólares (unos 273.000 euros), según apuntaba en septiembre de 2011 el diario brasileño O Globo.

Como la Constitución brasileña le impedía presentarse a un tercer mandato presidencial consecutivo, Lula señaló a Dilma Rousseff como su sucesora, a quienes al contrario que su mentor, muchos consideran la peor presidenta de la historia del país.

YO SOBREVIVÍ AL HAMBRE".

Frente a la situación por la que está atravesando, Lula tira de su pasado. "Si quieren derrotarme, van a tener que enfrentarme en las calles de este país", dijo recientemente, y advirtió: "Si alguien piensa que van a callarme con persecución y denuncia, no sabe que yo sobreviví al hambre".

Lula ha achacado su aprehensión, que ha tachado de "circo mediático", a un ataque personal por su éxito, que le ha llevado a ser "el mejor presidente" de Brasil, por delante de "políticos y terratenientes".

"Vine al mundo para vivir adversidades. Nunca en mi vida he tenido nada fácil. Y ahora que pensaba que a los 70 años podría relajarme, soy un blanco electoral", ha lamentado.

Además, ha salido en defensa de la presidenta brasileña, su heredera política Dilma Rousseff, quien fue a visitarlo a su casa un día después de la detención para mostrarle su apoyo. "Están cercenando su libertad para gobernar el país" desde que fue ratificada en el cargo, el 26 de octubre de 2014, denunció el exmandatario.

Pese a todo, a los 70 años, Lula Da Silva sigue siendo una figura poderosa en Brasil, donde muchos lo han visto, al menos hasta ahora, como un potencial candidato presidencial para las elecciones de 2018. Pero todo dependerá de como se vayan desarrollando los acontecimientos.

El ex presidente dijo, tras quedar en libertad el mismo día en que fue arrestado, que no teme nada y que está resuelto a seguir con su actividad política. "Encendieron en mí la llama y la lucha continúa".

GRAVES ACUSACIONES.

Sin embargo, las acusaciones de la fiscalía brasileña le sitúan en una difícil posición. Los investigadores dicen tener indicios significativos de que el expresidente recibió beneficios disimulados procedentes de la red de sobornos en la petrolera estatal Petrobras.

Además, y según el fiscal Carlos Lima, un 60 por ciento de las donaciones recibidas por el Instituto Lula proceden de las cinco mayores empresas investigadas en la operación ''Lava Jato'', y el 57 por ciento de los pagos relacionados con conferencias corresponden a estas mismas compañías.

La Fiscalía asegura que existen "pruebas" --documentales y testimoniales-- de que Lula da Silva fue "uno de los principales beneficiarios de la trama" y ha puesto como ejemplo la reforma de una vivienda de lujo en Guaruja (estado de Sao Paulo), de una finca en Atibai y de pagos realizados por empresas ya investigadas bajo "supuestas donaciones y conferencias".

El Ministerio Público ha apuntado que, "posiblemente", la "influencia" de Lula sirviese "antes y después de su mandato" para que el esquema de corrupción "existiese y se perpetuase".

Por si fuera poco, la empresa Odebrecht, una de las principales involucradas en el escándalo de corrupción Petrobras, y que podría ser una de las mayores contribuidoras económicas del Instituto Lula, está siendo ahora investigada en Argentina por posibles sobornos que implicarían una extensión regional del escándalo de corrupción conocido como ''Lava Jato''.

Según los investigadores, esta constructora, cuyo presidente, Marcelo Odebrecht, acaba de ser condenado a 19 años de prisión por participar en una trama que conseguía contratos de forma fraudulenta con la petrolera brasileña Petrobras, habría pagado más de dos millones de dólares a cambio de una serie de conferencias realizadas por Lula da Silva entre los años 2011 y 2014, unos beneficios que fueron divididos entre el Instituto Lula y la empresa del político, LILS.

Según Diego Bosch Mendoza, investigador del Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos (IELAT), sea cual sea el resultado de las investigaciones, el fin de ciclo del Partido de los Trabajadores, el descrédito de Lula y el aumento de la desafección política "son irreversibles", independientemente de que Dilma Rousseff, cuya popularidad está por los suelos, acabe o no la legislatura.