Rodrigo Duterte, apodado como "el castigador" por su intolerancia con el crimen, promete resolver la inseguridad y la rampante corrupción de Filipinas de confirmarse los pronósticos y proclamarse vencedor en las elecciones presidenciales del próximo lunes.

Miembro de uno de los clanes políticos que gobiernan el archipiélago, Duterte, nacido la provincia de Leyte en 1945, es licenciado en Derecho y Ciencias Políticas a pesar de que fue expulsado de dos colegios por mala conducta.

Recorrió durante una década distintos puestos en el consistorio de la ciudad de Davao, en la sureña isla de Mindanao, hasta que en 1988 accedió a la alcaldía.

Duterte, afamado por su carácter fuerte y directo que suele generar polémica, sirvió como regidor en Davao durante 22 años, en distintos periodos de tiempo debido a la limitación legales de no poder ocupar el cargo más de tres mandatos consecutivos.

Entre los méritos que se le atribuyen como alcalde de Davao, una ciudad de 1,4 millones de habitantes, destacan la notable reducción del crimen y el reconocimiento de los derechos de la minoría indígena lumad y la comunidad musulmana, un modelo de representación que luego copiaron en otras poblaciones de Filipinas.

Las crónicas periodísticas de la época reflejan un político que pistola en ristre patrullaba las calles con los agentes del orden en busca de criminales, actitud que le valió el sobrenombre de "Harry el sucio".

Organizaciones en favor de los derechos humanos han denunciado que con Duterte se toleraron en Davao numerosos asesinatos extrajudiciales de supuestos traficantes de droga y otros maleantes por parte de grupos vigilantes catalogados de "escuadrones de la muerte".

Naciones Unidas acusó a Duterte en un informe de 2009 de "no prevenir los asesinatos y sugerir en público su apoyo".

"El castigador", que defiende las "ejecuciones sumariales de criminales como la manera más efectiva de luchar" contra el narcotráfico y el crimen, advirtió con tono amenazante el año pasado que de ser elegido presidente podrían perder la vida hasta 100.000 criminales en Filipinas.

Antes de iniciar la carrera presidencial, Duterte rechazó hasta en cuatro ocasiones el ofrecimiento de carteras ministeriales hecho por otros tantos presidentes del país, entre ellos el actual jefe del Estado, Benigno Aquino.

Apasionado de las motos y mujeriego confeso, la última polémica que ha provocado sucedió durante un acto de campaña cuando queriendo hacer un chiste le salió un broma de mal gusto sobre la violación y asesinato de una misionera australiana en 1989.

Con todo ello, en un sondeo elaborado para la televisión ABS-CBN, Duterte es el candidato favorito a la presidencia de Filipinas, al obtener el 34 % de las preferencias entre las personas consultadas en la muestra, seguido, 12 puntos más lejos, de la senadora Grace Poe.

Según analistas locales, la impronta de seguridad con la que cuenta Davao desde que Duterte llegara al poder, su imagen de político limpio de corrupción y su promesa de fortalecer la ley y el orden en Filipinas han calado en un electorado desencantado con los anteriores Ejecutivos.

"Voy a detener la criminalidad, parar la corrupción y arreglar el Gobierno", prometió en uno de sus mítines Duterte, a quien le gusta vestir pantalones vaqueros y odia los trajes.