La intervención psico-social para que los exyihadistas se reintegren en la sociedad es el objetivo de dos hermanas, Nancy y Maya Yamout, que como asistentes sociales han trabajado con ellos desde el año 2011 en la cárcel de Rumieh, la más grande del Líbano.

"Nadie se da cuenta de que abandonar a esas personas cuando salen de prisión nos convierte en sus víctimas, ya que entran en el círculo víctima-criminal y volverán a las filas yihadistas tras haber sido rechazados por sus familias, sus esposas o novias, y al verse sin ninguna alternativa", explican las hermanas Yamout.

Las jóvenes comenzaron esta misión para intentar comprender por qué uno de los amigos de la infancia de Maya, de familia acomodada y estudiante de ingeniería informática en una de las universidades mas prestigiosas del Líbano, dejó todo para unirse a una organización terrorista y viajó a Siria e Irak.

"Fue impresionante ver cómo cambiaba, se aislaba de sus amigos y rechazaba sus consejos. Su entorno no hacía pensar que pudiera dar un giro tan radical", señala Maya sobre su amigo.

Desde entonces, ella y su hermana han estado en contacto con combatientes presos en Rumieh, donde han entrevistado a 40 de los 650 yihadistas encarcelados y acusados de terrorismo, el material para las tesis doctorales que tienen previsto hacer.

Anteriormente, realizaron también un estudio sobre el comportamiento de los presos, basándose en un cuestionario del Dr. Raymond Hamdan, un psicólogo clínico forense estadounidense-libanés que ha aplicado la medicina al terrorismo, para explicar y comprender mejor este fenómeno.

Nancy y Maya Yamout cuentan que, la primera vez que solicitaron poder entrar al centro penitenciario de Rumieh, las autoridades se extrañaron ante la petición de las dos jóvenes mujeres pero que, tras comprender el motivo detrás de su interés, les dieron la autorización y los papeles necesarios para poder acceder las veces que consideraran necesarias.

"No fue fácil al principio porque provocamos desconfianza en los presos, temían que pudiésemos estar en contacto con los servicios de inteligencia", relatan y detallan que procuraban vestirse de forma discreta, con el velo islámico y sin maquillaje ni esmalte de uñas.

Maya recuerda que uno de los yihadistas la puso a prueba y la invitó a tomar un café en la misma prisión después de mantener una serie de encuentros, que solían durar unas dos horas.

"Lo preparó él mismo y al ver que lo tomaba sin preocupaciones y naturalmente me preguntó si no tenía miedo. Le respondí: ''¿Por qué tendría que tenerlo?''".

Después de su larga experiencia, las hermanas han creado la ONG "Rescue-me", con el objetivo de ayudar a las comunidades con una alta incidencia criminal a través de la prevención, sensibilización, asesoramiento y proyectos socio-económicos, incluyendo la rehabilitación de todo tipo de delincuentes y sus familias.

Las dos asistentes sociales dicen que no tienen un local donde desarrollar sus actividades, ni nadie que les ayude, y muchas veces reciben a sus "pacientes" en sus propias casas, porque por el momento no disponen de muchos medios.

Al mismo tiempo, trabajaban con niños y jóvenes desfavorecidos, muchos de ellos refugiados sirios afincados en el Líbano, a los que les enseñan trabajos manuales y cosas prácticas para que puedan tener herramientas para sobrevivir.

Las dos hermanas temen sobre todo por los menores que no tienen papeles legales y que son "presas fáciles" de los grupos yihadistas que operan en el Líbano, ya que estos les ofrecen pasaportes, además de armas y dinero, aseguran.

Para esta última labor cuentan con el apoyo de la agencia estadounidense de cooperación al desarrollo USAID y en total son siete personas las que trabajan con los menores, lo que les facilitan el acceso a los padres, ya que éstos son responsables de que muchos "descarrilen" y se conviertan en "presas fáciles de los extremistas", según han podido observar.

A través de su estudio, han comprobado que "en la mayoría de los casos los yihadistas son víctimas de la violencia y de una educación estricta, ya que en las sociedades árabes el padre los humillan, incluso delante de la gente, porque creen que así refuerzan la personalidad de los hijos varones".

Asimismo, a veces se unen a los grupos radicales para buscar "sustituir a un padre" o para "cambiar su estatus social" si proceden de ambientes desfavorecidos, o simplemente en busca de "un apoyo".

Por otra parte, aseguran que a veces son víctimas de la injusticia y citan el caso de una persona condenada injustamente a ocho años de prisión por terrorismo y que, cuando fue liberada, se fue a Siria y se inmoló a modo de venganza.

"Son los civiles los que después pagan el precio", lamentan las dos hermanas, que precisamente buscan prevenir y evitar que esto ocurra.