Bailes y confetis coronaron hoy a Hillary Clinton como radiante candidata presidencial demócrata en una fiesta electrizante bañada en una lluvia incesante de globos con la bandera estadounidense, un símbolo patriótico que los demócratas se han apropiado en su Convención.

La gran noche de Clinton acabó con el tradicional descenso de globos en los colores blanco, azul y rojo de la bandera nacional sobre las decenas de miles de personas que se reunieron este jueves para la gran traca final en el estadio de Wells Fargo en Filadelfia.

"He ido a muchos conciertos y galas y no he visto nada como esto, ha sido un momento mágico, me ha hecho llorar", reconoció en declaraciones a Efe Alian Agnachols, un delegado de Florida que llevaba una chaqueta con la bandera estadounidense y un gorro de paja con una chapa con la "H", inicial de Hillary.

Igual de extasiada por la lluvia incesante de globos, confeti y fuegos artificiales se mostró Eleanor Sobel, una senadora estatal de Florida a la que todo aquello le parecía una fiesta de Año Nuevo.

"Me parece que esto es Año Nuevo, alguien me ha dicho: ¿dónde está el champán? Y yo bueno, creo que está fuera, pero este es un nuevo día, un día genial. Clinton será la líder del mejor país del mundo y llegaremos a nuevas alturas. Era ya la hora de una mujer y está ocurriendo", manifestó Sobel.

Sobre el escenario de la Convención Demócrata, Clinton, vestida con un deslumbrante traje de chaqueta blanco, hizo un alegato a la esperanza contra el miedo y abanderó la fuerza de un país unido frente los esfuerzos divisorios de su rival, Donald Trump.

"El discurso ha sido electrizante, ha motivado a la gente, ha sido muy bueno para Estados Unidos, ha traído mucha esperanza para el futuro y el deseo de que se pueden hacer las cosas mejor", señaló Agnachols, que apoyó al senador Bernie Sanders en el proceso de primarias pero en noviembre votará por la ex primera dama.

Mientras daba su discurso, el enorme estadio con capacidad para más de 16.000 espectadores se llenó de teléfonos móviles con las luces encendidas y del agitar de miles de banderas estadounidenses.

Ciertos sectores conservadores habían criticado a los demócratas por no incluir el número de banderas que a su juicio debía de tener una convención, un espectáculo político con momentos de gran solemnidad en los que el himno nacional suena en un abrumador silencio que solo se atreven a romper los estruendosos aplausos.

Así que, decididos a mostrar que los demócratas son los verdaderos patriotas, la Convención se llenó hoy de los colores nacionales y de las barras y estrellas que aparecen en la bandera en representación de los 50 estados de la Unión y las 13 colonias que se independizaron de Reino Unido.

"Esta fue una noche histórica y no podría estar más orgulloso de ser un demócrata y de ser estadounidense, formamos parte de la Historia", resaltó Brandom Nelson, uno de los asistentes al cónclave que quedó inmovilizado en el mar de globos en el que se convirtió el suelo del estadio tras el discurso de Clinton.

Desde las gradas, los miles de asistentes formaron una hilera con sus manos durante el rezo que como cada noche despidió a los asistentes.

"Nos cogemos de las manos y rezamos. Todos estamos juntos ahora", dijo Kim Kopan, una delegada por Florida que votó por el senador Bernie Sanders en las primarias y reconoció haberse rebelado "un poco" en contra de la Clinton durante el cónclave.

Y es que, no todos los seguidores de Sanders apoyaron hoy a Clinton. De hecho, un grupo vestido con camisetas de color amarillo fluorescente lanzó abucheos que fueron apagados con cánticos de "Hillary, Hillary" al principio del discurso.

Los delegados más combativos de California y favorables a Sanders llegaron a modificar las pancartas azules con el nombre de "Hillary" para poner en su lugar la palabra "Liar" ("Mentirosa").

Pero al terminar el discurso, e independientemente de las diferencias, la mayoría bailaba las canciones de moda y jugaba con los globos, se los tiraban los unos a los otros y hasta trataban de golpearlos con la nariz como si fueran un delfín o con la cabeza, imitando a un jugador de fútbol.

Pero, como siempre en la vida, en las convenciones también hay aguafiestas y una señora de la delegación de Florida no dudó en explotar los globos con saña, armada con un imperdible, y para disgusto de las decenas de periodistas que trataban de abrirse paso y se encontraban con el doloroso impacto del estallido.

De alguna forma, la buena mujer se anticipaba al trabajo del personal de limpieza, que ahora va explotando uno por uno todos los globos para dejar el estadio limpio para otro evento.

Porque, ahora, Clinton es la nominada demócrata, Trump es el republicano y la campaña presidencial ya no tiene freno.