Río de Janeiro, mundialmente conocida por su carnaval y por su paisaje único, en el que las playas más blancas se alternan con las montañas más verdes, se afana por destacar estas bondades durante los Juegos Olímpicos sin que eclipsen a llamativas sombras como la delincuencia, el temor al virus zika o las crisis económica y política.

La capital carioca, sede de los Juegos de la XXXI Olimpiada que se disputarán entre el 5 y el 21 de agosto, tiene una población que supera los seis millones de habitantes y recibe anualmente esa misma cantidad de visitantes, con lo que está acostumbrada a convivir con el bullicio de una gran ciudad turística.

Ahora los brasileños se afanan por mostrar en un mes que el país y la ciudad están preparados para acoger a unos ochocientos mil turistas y a aproximadamente diez mil deportistas que desean disfrutar de un acontecimiento como éste.

El reto no asusta a Río, que celebra anualmente su multitudinario e internacionalmente reconocido carnaval y que también se ha probado en los últimos años con importantes reuniones deportivas como los Juegos Panamericanos o el Mundial de fútbol.

Para facilitar la estancia de los visitantes, el Ayuntamiento ha elaborado folletos informativos sobre la ciudad, el calendario olímpico, los medios de transporte y los algo más de dos mil espectáculos culturales programados con motivo de los Juegos.

La mejora del transporte público es uno de los prioritarios asuntos en una ciudad en la que, de por sí, como en otras grandes metrópolis, el tráfico siempre es muy complicado.

Por ello, el acceso a las instalaciones del Parque Olímpico, en Barra de Tijuca -unos cincuenta kilómetros al oeste del centro de la ciudad-, se ha potenciado con una nueva línea de metro y otras de autobuses que se encontrarán con un área que concentrará dieciséis modalidades olímpicas y nueve paralímpicas.

Otra área a la que se le ha prestado atención con el transporte es la del Complejo Deportivo de Deodoro, donde se desarrollarán once competiciones de los Juegos y otras cuatro paralímpicas, en este caso a una hora en tren o autobús del centro de Río.

Más céntrico se encuentra el mítico estadio de Maracaná, escenario de las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos; la popular playa de Copacabana, donde se disputarán las pruebas de voley playa; y la bahía de Guanabara, que albergará las distintas disciplinas de vela.

Entre unas y otras sedes los turistas podrán conocer los atractivos de Río, ciudad declarada en 2012 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y que tiene construcciones de reconocidos arquitectos como Óscar Niemeyer, natural de esta ciudad y fallecido en 2012, o el español Santiago Calatrava.

Obligada es la visita al Cristo Redentor -considerado una de las siete maravillas del mundo moderno-, al ''bondinho'' del Pan de Azúcar, a los arcos de Lapa y a la plaza Mauá, u organizar un recorrido por sus casas coloniales o sus parques, como el Jardín Botánico.

Mención especial tienen las favelas, enormes asentamientos donde viven unos dos millones de personas en construcciones habitualmente de escasa calidad y con poca infraestructura urbana.

Algunas de las más populares, como Babilonia, en el barrio de Leme, o la Rozinha, se han convertido en atracciones turísticas, aunque para visitarlas es recomendable recurrir a un tour organizado y no hacerlo por cuenta propia, debido a una delincuencia que el gobierno de la ciudad y del país intenta minimizar.

Así, se aconseja a los visitantes que siempre estén atentos a sus pertenencias, que no exhiban joyas o equipos caros y que eviten zonas de poca iluminación por la noche.

Otro problema que se intenta combatir al máximo es la presencia de los virus chikunguña, dengue o zika, este último relacionado directamente con el aumento de niños nacidos con microcefalia.

Las autoridades, no obstante, quieren trasladar tranquilidad a los turistas, ya que agosto coincide con la estación seca y hay un descenso en la población de mosquitos que portan estas enfermedades.

La salubridad del océano Atlántico en el que está enclavada Río también tiene especial dedicación en los organizadores pues los kilómetros de las consideradas mejores playas urbanas del mundo están bañados por aguas que no cuentan con las mejores condiciones higiénicas.

La bahía de Guanabara, protagonista de la competición de vela, acumula residuos de todo tipo y tampoco es recomendable el baño en las playas del barrio de Flamengo. Algunos incluso tienen sus reservas sobre la limpieza de los reconocidos arenales de Copacabana e Ipanema, pese a que miles de bañistas los disfrutan diariamente.

Las sombras del caos del tráfico, la inseguridad y delincuencia, la sanidad o la calidad de las aguas son una preocupación que se quiere mitigar al máximo para que los visitantes y deportistas protagonistas de estos primeros Juegos que se disputarán en Suramérica se lleven el mejor de los recuerdos de su estancia en la ''Cidade Maravilhosa''.