El grupo terrorista Estado Islámico (EI) ocupó desde 2014 decenas de casas privadas en la parte oeste de la ciudad iraquí de Mosul, algunas de las cuales fueron convertidas en centros de detención y tortura, así como en almacenes de armamento o en viviendas de los propios yihadistas.

Ahora, ha quemado muchas de ellas, tras la irrupción de las fuerzas gubernamentales en los barrios occidentales el pasado 19 de febrero, para no dejar rastro de sus crímenes e impedir el regreso de sus propietarios originales.

Este es el caso de Adnan Hazem, cuya casa del distrito central de Al Okaidat fue reconvertida en un centro de detención del EI en 2014, después de que el ciudadano huyera de Mosul, y ahora ha sido destruida, tras la reciente reconquista del barrio.

Su hermano, Sultan Hazem, de 45 años y residente en la vivienda situada justo enfrente, relata que la casa de Adnan albergó una comisaría del cuerpo parapolicial del EI, conocido como "hisba" o policía religiosa.

"Por la noche oíamos los gritos de los presos torturados por el EI", en las celdas establecidas en el segundo piso del edificio.

Sultan explica que cuando las fuerzas iraquíes se aproximaron al barrio, los presos fueron trasladados a un lugar desconocido y los yihadistas incendiaron la cárcel informal, así como numerosos documentos que contenían los nombres de los detenidos, con el fin de borrar su rastro.

Dentro de la casa, ahora carbonizada, todavía se pueden ver utensilios de tortura en las celdas, que tenían puertas de acero y grandes cerraduras, así como cadenas de hierro, tal y como pudo constatar Efe.

El padre de Adnan y Sultan, un taxista de 61 años y de nombre Hazem Abdalá, se lamenta de que el EI quemó su vehículo, así como los de los otros vecinos de la zona, por venganza.

Además, "asesinó al dueño de un coche que intentó impedir que se lo quemaran", dice angustiado en declaraciones a Efe.

Solo en Al Okaidat, tomado por las fuerzas iraquíes la semana pasada, el EI expropió 78 viviendas, algunas pertenecientes a efectivos de la Policía iraquí o a empleados gubernamentales.

Asimismo, quemó cientos de casas cuando se retiraba de la zona ante el avance de sus enemigos, y ahora golpea el distrito a diario con proyectiles de morteros y misiles Katiusha.

Al Okaidat se encuentra a 500 metros del casco antiguo de Mosul, donde se sitúa actualmente el frente de batalla, y la mayoría de sus habitantes se han marchado por los cercanos combates y los bombardeos indiscriminados, que han dejado pocas casas intactas.

Uno de sus residentes, Nashuan Hazem de 42 años, asegura que su familia es una de las tres que han permanecido en el barrio, aunque su hogar se ha visto afectado por la violencia.

Cuenta que en una vivienda vecina a la suya residía un miembro del EI apodado Abu Yabal, con su familia de ocho miembros, la cual permaneció en el barrio después de haber sido "liberado", hasta que otros vecinos lo denunciaron a las autoridades y fue detenido.

Hazem detalla que los parientes del extremista patrullaban las calles y daban información a la organización radical sobre las posiciones de las fuerzas iraquíes y sus actividades militares.

El responsable de Información de la Policía Federal iraquí, Basam Kazem, también confirma que el EI, antes de retirarse de las zonas de las que ha sido expulsado en las pasadas semanas, quemó las casas que había ocupado y donde solía retener a los ciudadanos "que no estaban de acuerdo con su ideología".

Asimismo, durante los combates, los yihadistas han obligado a los habitantes de Mosul a permanecer en la ciudad para evitar los bombardeos de la aviación iraquí y de la coalición internacional liderada por EEUU, y para obstaculizar el avance de las tropas.

Los civiles están en el fuego cruzado y además sufren por la escasez de alimentos, agua potable, combustible para calentarse y otros bienes básicos.

Se calcula que unas 600.000 personas están atrapadas en la mitad occidental de Mosul, último bastión del EI, que irrumpió en la ciudad en junio de 2014 y la convirtió en la "capital" iraquí de su autoproclamado califato.