Son jóvenes, provienen de las mejores universidades francesas y creen que el programa del ultraderechista Frente Nacional (FN) es el único que puede "cambiar radicalmente el país": así es la cantera "de elite" de Marine Le Pen.

Las nuevas generaciones están hartas de "no ser dueñas de su país", explica a EFE el candidato del FN a las legislativas francesas Antoine Chuzdik, de 24 años, que cree que los jóvenes esperan de la política "algo más que bajar o subir impuestos".

Diplomado del Instituto de Estudios Políticos de París, donde estudiaron cuatro de los siete presidentes de la Vª República, entre ellos François Hollande, Chuzdik es uno de los perfiles brillantes que lideran el relevo generacional del partido de Le Pen.

El bipartidismo "prefiere ignorar" los problemas de la globalización, asegura el joven, que ve en medidas de Le Pen como el "proteccionismo inteligente", el abandono del euro o la salida de la Unión Europea las apuestas "verdaderamente rompedoras" de la campaña presidencial.

Con 25.000 afiliados, las juventudes del FN son las más numerosas de Francia gracias a un discurso "revolucionario" que cala cada vez más entre los universitarios y pasa factura a las del conservador François Fillon y las socialistas de Benoît Hamon.

El propio Chuzdik, hijo de obreros de la región rural de Bourgogne (centro-este), decidió traicionar su antigua militancia en el Partido Socialista para trabajar con la candidata ultraderechista tras ver "horrorizado" como Hollande "rompía todas sus promesas electorales".

Algo similar le sucedió al exmilitante del partido comunista y ahora vicepresidente de las juventudes de Le Pen, Davy Rodríguez, de 23 años, que ve en "el querer cerrar los ojos" de las formaciones tradicionales la causa de esa "fuga de jóvenes" hacia el FN.

Recién terminado un Máster en Derecho Público y con dominio de cuatro idiomas, el joven líder lepenista combina su trabajo para el partido con las pruebas de acceso a la Escuela Normal de Administración (ENA), la antesala al alto funcionariado francés.

Hijo de madre portuguesa y padre español, además de nieto de comunista trabajador en las minas de El Bierzo, en la provincia española de León, Rodríguez no ve contradicción entre sus raíces y la firmeza en materia de inmigración de la aspirante ultraderechista.

El problema es "la falta de asimilación", un proceso que si no se realiza con éxito puede acabar en "terrorismo" en una Francia que, con "nueve millones de pobres, muchos de ellos jóvenes, no está preparada para acoger a nadie más", precisa.

Aunque los franceses no tienen que ser "blancos, católicos y heterosexuales", insiste Rodríguez, existen colectivos que son "más fáciles de asimilar que otros", lo que debería ser tomado en serio a la hora de diseñar políticas migratorias.

Curiosamente, Rodríguez se declara fan de Podemos y asegura que si no fuera por su "equivocada apertura" en materia migratoria y europea, ambos partidos no se diferenciarían tanto.

Aunque reconoce que ser seguidor del FN en ambientes académicos elitistas "es duro" y "te llevas muchos palos" de estudiantes y profesores, cree que, conforme se recrudezcan los problemas ligados a la globalización, más jóvenes preparados "abrirán los ojos" y aceptarán el programa de Le Pen.

Una reticencia que, para la candidata en la segunda circunscripción de París para las legislativas, Manon Bouquin, de 23 años y con un Máster en Historia de la Sorbona, se debe a un "formateo ideológico de las universidades" que cada vez es "menos efectivo".

Bouquin considera normal que el partido, que ha vivido "un boom" en los últimos años, tienda a una "profesionalización" cada vez mayor, que se traduce en la "captación de jóvenes talentos" para sus filas.

Una cantera "de elite" que no debe confundirse con su base electoral, que continúa estando caracterizada por "personas de baja cualificación y de zonas rurales", advierte la experta en extrema derecha del Centro francés de Investigaciones Científicas (CNRS) Anne Muxel.

Por otro lado, explica, la batalla por la juventud no "está para nada ganada" por la ultraderechista, ya que su nacionalismo compite con la ambición de regenerar la vida política del socioliberal Emmanuel Macron o la izquierda radical de Jean-Luc Mélanchon, que ganan apoyo entre los jóvenes, según los últimos sondeos.