Francisco Guterres asumió hoy la presidencia de la República Democrática de Timor Oriental con la promesa de dedicar su mandato de cinco años a defender la independencia y la unidad de esa antigua colonia portuguesa.

"Juro por Dios (...) dedicar todas mis energías y capacidades a la defensa y consolidación de la independencia y de la unidad nacionales", dijo Guterres, de 62 años, según los medios locales.

El cargo de jefe del Estado timorense es principalmente simbólico y ceremonial porque el verdadero poder recae en el legislativo.

La ceremonia de investidura se celebró sobre la medianoche y, cuando Timor Oriental entró en el día 20 de mayo, Guterres juró el cargo.

Se eligió ese momento en conmemoración del día en que, hoy hace 15 años, el territorio se convirtió en un Estado soberano y la primera nación en nacer en el siglo XXI.

Guterres llegó a la presidencia del país respaldado por el Frente Revolucionario de Timor Oriental Independiente (Fretilin) tras ganar en primera vuelta, con el 57,1 por ciento de los sufragios, las elecciones celebradas el pasado 20 de marzo.

La candidatura de Guterres contó también con el apoyo del Congreso Nacional para la Reconstrucción Timorense (CNRT), el otro partido que con el Fretilin sobresalen en el panorama político del país.

Guterres es el cuarto presidente timorense y, como sus predecesores -Xanana Gusmao (2002-07), José Ramos-Horta (2007-12) y José María de Vasconcelos (2012-17)- proviene de la resistencia que combatió a la ocupación indonesia (1975-1999).

Timor Oriental es una joven nación situada en el archipiélago indonesio, con una superficie de 14.874 kilómetros cuadrados y una población de 1,25 millones de habitantes que se financia con los beneficios que obtiene de la explotación de los recursos energéticos en el mar de Timor.

Las divisiones políticas de los primeros años que estuvieron a punto de causar una guerra civil se subsanaron en gran parte cuando el Fretilin y el CNRT formaron una alianza de gobierno en 2015.

No obstante, el país afronta problemas como la corrupción, el nepotismo, la ausencia de una oposición política con peso y la necesidad de encontrar una alternativa viable para cuando se agoten los recursos energéticos del mar de Timor.

Está previsto que se celebren elecciones legislativas el próximo julio.