El ataque registrado hoy en la explanada de la catedral de Nôtre Dame de París contra un agente de Policía pilló a cerca de un millar de turistas en el interior del templo, que pasaron con tranquilidad y rezos puntuales la hora en la que estuvieron confinados.

En el exterior, en cambio, los disparos con los que un agente neutralizó al agresor provocaron que la gente fuera en busca de refugio, encontrado en las calles aledañas y en el interior de comercios.

"Todo el mundo empezó a correr", dijeron a Efe Rosa María y su esposo, ambos mexicanos, que estaban en un bar a varios metros de la catedral, cuando el ataque comenzó poco antes de las 16.20 (14.20 GMT).

El agresor, supuestamente un estudiante argelino, atacó a un policía en la cabeza con un martillo, tras haber amenazado a otras personas.

Los tiros con los que un compañero le frenó se escucharon también en la catedral: "Pensamos que eran truenos", dijo a Efe Poly Ricote, una turista española que estaba dentro del templo y a la que confundieron las tormentas ocasionales que hoy han sacudido la capital.

La catedral de Nôtre Dame, uno de los monumentos más visitados de París, cerró entonces sus puertas sin precisar el motivo de la intervención a los visitantes, y no las abrió hasta que la Prefectura de Policía dio por controlada la situación y ordenó su evacuación paulatina por los laterales.

Hasta ese momento, la gente había permanecido tranquila y presenciado la llegada de los antidisturbios que, encapuchados, inspeccionaron el templo.

"El obispo nos pidió levantar las manos, que nos las lleváramos a la cabeza y que no nos moviéramos", añadió Ricote.

Los bolsos de los turistas no fueron controlados porque ya lo habían sido antes de entrar a la catedral, como parte de las medidas puestas en marcha en Francia desde el lanzamiento del estado de emergencia en noviembre de 2015, cuando se produjeron los atentados en París y Saint Denis que acabaron con la vida de 129 personas.

El rápido despliegue de agentes fue motivo de sorpresa entre los presentes.

Después de acordonar y evacuar la zona, los policías, cerca de un centenar, movieron los vehículos y motos de su interior.

"Estaba parado en un semáforo con mi coche en la entrada lateral de la plaza, a solo cien metros. La policía ha llegado y me ha dicho que tenía que marcharme porque había habido un atentado. (...) Me he ido y he aparcado más lejos, en la primera plaza que he encontrado. Ahora espero a poder recuperar mi coche", dijo a Efe el francés Ricardo Batista.

Mientras la Prefectura pedía en Twitter que nadie se acercara a ese áreaa parisina debido a una "intervención", la falta de información provocó que entre los curiosos se hablara de una explosión o de la muerte de un policía.

Aunque las tiendas de las calles aledañas cerraron temporalmente su actividad, las terrazas de los restaurantes continuaron abiertas y se convirtieron en un escenario privilegiado para ver el despliegue policial.

La sede de la Prefectura, situada al otro extremo de la plaza, facilitó su rápida intervención. Su labor fue saludada por el ministro francés del Interior, Gérard Collomb, para quien "el atentado podía haber sido peor" si el compañero del agente agredido "no llega a reaccionar".

La Fiscalía antiterrorista de París ha abierto una investigación, mientras que el barrio ha vuelto a la normalidad poco después del ataque, cuyo fin fue coronado por la catedral con el repicar de sus campanas durante cerca de diez minutos.