Argentina se calza el traje de líder de relevancia global al asumir por un año la conducción del G20, el influyente grupo de 19 economías desarrolladas y emergentes más la Unión Europea, un paso que corona dos años de giro estratégico en las relaciones del país suramericano con el mundo.

Tras los doce años de creciente cerrazón de los gobiernos kirchneristas en materia de política exterior, la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada a finales de 2015 supuso un cambio radical de dirección, una apertura que ahora fructifica en nuevos roles de importancia global para Argentina.

Uno de ellos es la presidencia del G20, que Argentina ostenta desde hoy, pero no es el único: el país suramericano presidirá en pocos días la undécima conferencia de la Organización Mundial del Comercio, una cita en la que deberá demostrar si tiene cintura como actor internacional para lograr consensos entre intereses tan contrapuestos.

Para el economista Dante Sica, exsecretario de Industria y Comercio argentino, la presidencia del G20 es "muy importante" para su país porque "terminar de coronar este retorno" que ha hecho "a los organismos internacionales y los mercados financieros".

"Es una especie de sello de calidad que le permite al Gobierno revalidar el rumbo que ha tomado en el proceso acelerado de apertura y de negociaciones internacionales", dijo Sica, director de la consultora Abeceb.

Argentina asume hoy un "liderazgo que es más conceptual que de poder económico", apunta Marcelo Elizondo, director general de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI).

Según el experto, aunque Argentina es una de las economías más pequeñas del G20, precisamente esa condición de "menor" le permite un "liderazgo conceptual, casi un rol de arbitraje", y puede así ser en el grupo "una especie de componedor en medio de las diferencias que hoy tiene el planeta".

El G20 nació en 1999 como una reunión técnica de ministros de Finanzas pero, en plena crisis económica de 2008, se convirtió en un espacio clave de discusión y toma de decisiones de alto nivel sobre asuntos económicos en general.

Como otros foros internacionales, el grupo no está exento de las discusiones en torno a temas sobre los que antes había consenso.

Las posiciones de Donald Trump, el Brexit, las nuevas tensiones mundiales, las dificultades para avanzar en acuerdos de integración económica son piezas de este rompecabezas donde, en finalmente, es la globalización la que está en entredicho.

Elizondo señala que las discusiones sobre la globalización "aparecieron con las amenazas nacionalistas en la Europa continental, que no se consolidaron en ningún triunfo electoral pero que asustaron, el Brexit y la llegada de Trump" a la Casa Blanca.

"Eso ha puesto a todos los demás ante la urgencia de tratar de bajar la globalización a la economía real y hacer que las pymes, el empleo, la compatibilización entre la evolución tecnológica y el mundo del trabajo sientan que la globalización los beneficia", sostuvo.

En este marco, según el experto, Argentina, como presidente del G20, intentará "imponer esa visión de que la globalización beneficia también a la gente".

El Gobierno de Macri ha señalado, de hecho, que al frente del G20 dará prioridad a temas como el futuro del trabajo, la infraestructura para el desarrollo y la seguridad alimentaria.

En esta línea, Argentina dará relevancia a los sucesivos eventos que, en el marco de su presidencia en el G20, se celebrarán en el país suramericano, casi medio centenar, sobre asuntos tan diversos como educación o salud y que será un modo de dar mayor legitimidad social al foro de países que concentra dos tercios de la población mundial.

Una señal de apuesta a la integración en otros temas que van más allá de lo estrictamente económico pero en un espacio con evidente peso en esa materia, que representan el 85% del producto bruto global y el 75% del comercio internacional.