El Gobierno de Dublín celebró hoy su victoria diplomática para mantener abierta la frontera con Irlanda del Norte tras el "brexit", la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), fruto de una dura negociación en la que estaba en juego la economía de la isla y el proceso de paz.

Con un discurso triunfalista, el primer ministro irlandés, el democristiano Leo Varadkar, aseguró que el acuerdo sobre la primera fase del "brexit" cumple con "todas" las demandas planteadas por su Ejecutivo, cuya firmeza respecto a la cuestión de la frontera ha tensado las relaciones con Londres, según ha reconocido él mismo en los últimos días.

"Hemos logrado todo lo que nos habíamos fijado en la primera fase de estas negociaciones. Hoy es un día importante para Irlanda", señaló el "taoiseach" (primer ministro), en referencia a las soluciones planteadas por su colega británica, la conservadora Theresa May, para cerrar ese asunto, el de los derechos de los ciudadanos y la factura del divorcio.

Ahora, los Veintisiete podrán dar paso en la cumbre de la próxima semana a la segunda fase de negociación para abordar la futura relación comercial con el Reino Unido, si bien cualquier acuerdo al respecto garantizará que no "habrá una infraestructura física ni controles" policiales o aduaneros en la frontera norirlandesa, recalcó hoy Varadkar.

"Esto no es el fin, sino el final del comienzo", dijo el "taoiseach", citando literalmente una frase de un discurso pronunciado por el ex primer ministro británico Winston Churchill tras una victoria militar en la Segunda Guerra Mundial, un guiño histórico que no ha pasado desapercibido en Belfast.

El Partido Democrático Unionista (DUP), mayoritario entre la comunidad protestante norirlandesa y socio de May en Westminster, dio hoy su visto bueno al citado acuerdo, pero advirtió de que aún "queda mucho trabajo por hacer" para afinar y clarificar el texto pactado por Londres y Bruselas.

Tras vetarlo y provocar el fracaso de las negociaciones el lunes, el nuevo documento aprobado por los unionistas reafirma el compromiso de May para que, "en ausencia" de otras "soluciones" comerciales acordadas (en la segunda fase), "el Reino Unido" mantenga "total alineamiento" con las reglas del "mercado interno y la unión aduanera" de la UE.

En teoría, ese "alineamiento" solo afectaría a Irlanda del Norte porque May, que gobierna en minoría con el apoyo del DUP, ha prometido que abandonará esos espacios económicos para buscar nuevos acuerdos comerciales internacionales, tal y como le piden los partidarios de un "brexit" duro.

Por ello, la primera ministra ha añadido también seis nuevos puntos al acuerdo para tranquilizar a los unionistas, que quieren salir de la UE con las mismas condiciones que el resto del país para asegurar la integridad territorial, política y económica de Irlanda del Norte.

A este respecto, Varadkar reiteró hoy que su Gobierno, "de ninguna manera", quiere "aprovechar el ''brexit''" para avanzar hacia la "unidad irlandesa" sin "el consentimiento" de la comunidad protestante unionista norirlandesa, uno de los principios del proceso de paz.

El "taoiseach", no obstante, entiende que el pacto general alcanzado hoy confirma que las dos jurisdicciones de la isla no tendrán divergencias reguladoras tras este divorcio y que protege el acuerdo de paz del Viernes Santo (1998).

La ausencia de una barrera estricta en la isla aliviará las trabas que el "brexit" podría imponer a la libre circulación por la frontera, por donde cruzan cada día más de 30.000 personas por motivos laborales, familiares o comerciales.

La ciudadanía de la provincia británica, destacó hoy Varadkar, seguirá teniendo, además, derecho a la nacionalidad irlandesa y comunitaria, como establece el Acuerdo del Viernes Santo, el texto que puso fin a casi cuatro décadas de sangriento conflicto.

La segunda fase de la conversaciones sobre el "brexit" tiene la difícil misión de completar un rompecabezas que debe acomodar, al mismo tiempo, las promesas efectuada a Dublín y Belfast y los objetivos de Londres y Bruselas.

No en vano, la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, recordó hoy que "el diablo está en los detalles" y que hay por delante complejas conversaciones, mientras que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, opinó que aunque "separaciones son duras", es más difícil construir "nuevas relaciones".