El acuerdo para reeditar la gran coalición entre conservadores y socialdemócratas en Alemania abre una vía para que Berlín se preste, espoleada por Francia, a dar pasos en las reformas para reforzar la eurozona, aunque sin cambiar radicalmente de rumbo.

Bruselas esperaba el pacto de Gobierno sellado por la CDU de Angela Merkel, el ala bávara de su partido (CSU) y el SPD de Martin Schulz -que aún debe ser validado por la militancia socialista- para poner fin a un impasse forzoso de cinco meses por la falta de un Ejecutivo en Berlín, imprescindible para tomar decisiones en un momento en que la Unión Europea negocia el "brexit" y se propone acometer reformas.

El resultado de las negociaciones le ha sido benévolo, con un acuerdo que comienza con el capítulo dedicado a la Unión y llama al compromiso y a la "solidaridad mutua" entre sus socios, sello de un Martin Schulz expresidente de la Eurocámara y europeísta convencido.

"Tener en Berlín un gobierno estable, sólido, ambicioso y proeuropeo permite reanudar las reflexiones y las decisiones sobre el futuro de la zona euro", dijo el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, quien ve una "oportunidad" de "dar un paso adelante" de aquí a junio de 2019.

El texto del acuerdo dice que Alemania quiere "reforzar la eurozona para que el euro pueda soportar mejor crisis globales" y que explorará las propuestas sobre la mesa.

Ideas no faltan: la Comisión propuso en diciembre reforzar el Mecanismo Europeo de Estabilidad, establecer un mecanismo para preservar las inversiones en época de crisis, crear un ministro de Finanzas europeo o fijar líneas presupuestarias para apoyar las reformas.

Todo ello sin olvidar la gran tarea pendiente de completar la unión bancaria, en particular, el fondo europeo de garantía de depósitos y el cortafuegos para el fondo único de resolución, con el objetivo de responder conjuntamente cuando los bancos en uno de los socios tengan problemas.

Berlín apoya transformar el Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate de la eurozona, en un Fondo Monetario Europeo (FME), que tendría mayor responsabilidad en los futuros rescates, pasaría a estar incluido en los tratados comunitarios y bajo escrutinio del Parlamento Europeo.

También se muestra dispuesta a aumentar su contribución al presupuesto comunitario y a que este incluya partidas específicas para la estabilización económica y reformas estructurales.

Esto, apuntan, "podría ser un punto de partida para un futuro presupuesto para invertir en la eurozona", una propuesta que abandera Francia.

Entre los motivos de optimismo para Europa está el cambio en la cartera de Finanzas, que previsiblemente asumirá el socialista Olaf Scholz tras ocho años en manos del conservador Wolfgang Schäuble.

La concesión ha desatado las críticas internas a Merkel, quien anoche admitió que la decisión fue "dolorosa pero aceptable".

Hombre fuerte del Eurogrupo, Schäuble dictó en buena medida las recetas de austeridad y disciplina fiscal con que la eurozona respondió a una década de crisis.

Pero más allá de estas concesiones -algunas previsibles, como el aumento de la aportación al presupuesto por el agujero que dejará el "brexit"- el acuerdo de Gobierno no se desvía sustancialmente de la tradicional línea germana.

"Creo que puede haber cierta apertura para más compromisos, y las opiniones expresadas por un ministro socialista serán menos duras que las de Wolfgang Schäuble, pero al final, los grandes parámetros de la política alemana para la eurozona no han cambiado", dice Güntram Wolff, director del centro de estudios Bruegel.

El acuerdo subraya que en el futuro seguirá primando el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, las reglas comunitarias de disciplina fiscal que garantizan que los países mantengan bajo control deuda y déficit - no así los superávit como el germano- a base de vigilancia y sanciones.

Pero más relevante que lo que dice es lo que obvia: no hay ninguna mención a la unión bancaria, ni mucho menos un compromiso de implementar el sistema de garantía de depósitos europeo, pilar esencial de la unión aprobado desde 2015 y prioritario en el futuro.

Este fondo es anatema para Berlín, que se niega a cargar con las pérdidas que puedan generar los bancos de otros países hasta que reduzcan los riesgos de sus sectores.

"Esto sugiere que hay un desacuerdo (en la coalición) sobre la unión bancaria", señala el experto de Bruegel, quien piensa que no hay consenso para grandes modificaciones y no cree que vaya a cambiar radicalmente el discurso de Berlín.

De hecho, Scholz ya ha advertido de que el nuevo Gabinete no se cuestiona el objetivo de mantener unas "finanzas sólidas".

Con todo, la canciller alemana espera llegar a un entendimiento con Francia sobre la unión bancaria en marzo, antes de la cumbre europea de junio de la que debería salir una "hoja de ruta" para reformar la eurozona.

Macron espera a Alemania para relanzar la locomotora franco-germana a la que se encomienda la UE, pero no está claro que Berlín vaya a comulgar con su agenda, que pide un presupuesto para la eurozona, armonizar el impuesto de sociedades y un ministro de Finanzas europeo.

"El mensaje de Emmanuel Macron fue: ''Europa, te queremos, pero necesitas cambiar o fracasarás. El mensaje del acuerdo de coalición alemán es: ''Europa, te queremos, por favor, quédate como estás''", señala Wolff.

lpc/jug/jlm

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