La inminencia de las elecciones generales en Italia, el 4 de marzo, ha hecho que los partidos más críticos con la Unión Europea (UE) hayan suavizado su discurso, al pasar por ejemplo de plantear el abandono del euro a obviar el tema en sus programas.

El caso más paradigmático es el del Movimiento 5 Estrellas (M5S), muy crítico con Bruselas y miembro del euroescéptico Grupo Europa de la Libertad y la Democracia Directa del Parlamento Europeo, con el UKIP británico y la ultraderechista Alternativa para Alemania.

Este partido, fundado en 2009 para retar al sistema político tradicional, apuntaló su imparable crecimiento con recios ataques al bloque comunitario, con especial saña contra la moneda única, sobre la que siempre han planteado un referéndum para abandonarla.

Su actual líder y candidato a las elecciones, Luigi di Maio, dijo el pasado 18 de diciembre que la celebración de esta consulta sería una "extrema ratio"(medida extrema) si ve que la UE no cambia su política financiera y avanzó que, en ese caso, votaría a favor de abandonar el euro.

Hicieron falta poco más de veinte días para que Di Maio matizara, una vez más, su postura peregrina, al reconocer de forma imprecisa que "no es momento" para ocuparse de estas cuestiones.

El profesor de Geografía Política de la Universidad LUISS Alfonso Giordano explicó que Di Maio "ha cambiado totalmente su discurso" sobre Europa y apuntó las distintas reuniones que ha mantenido en la City de Londres para tranquilizar a los inversores.

El candidato del M5S ha reivindicado que Europa no debe temer a su partido sino que debería preocuparse más bien por la coalición de derechas entre Silvio Berlusconi y la ultranacionalista Liga Norte (LN), para todos los sondeos la ganadora aunque sin una mayoría para gobernar.

El principal temor reside en el líder de la LN, el eurodiputado Matteo Salvini, seguidor del lepenismo francés, admirador del presidente ruso, Vladímir Putin, y del estadounidense, Donald Trump, partidario del nacionalismo y por ende muy crítico con la UE.

El político se ha mostrado muy crítico con la regla del 3 % del Pacto de Estabilidad y en un encuentro con la prensa extranjera en Roma adelantó que su deseo es cambiar los tratados y abandonar de forma "coordinada" algunos vínculos que afectan al desarrollo.

El excavaliere, por su parte, ha tenido que saltar al ruedo para tranquilizar a los socios europeos, reuniéndose en Bruselas con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker: "La UE no teme la deriva populista de Salvini porque hay una garantía que se llama Berlusconi", aseguró.

En el programa que comparten no se alude al deseo manifiesto de Salvini de abandonar el euro, sino que se comprometen vagamente a dar prioridad a la Constitución frente al derecho comunitario.

El catedrático del Instituto Europeo de Florencia Andrea Ichino dijo que no cree que "pese a los anuncios se quiera sacar a Italia de la UE" y restó importancia a las amenazas de Salvini porque Berlusconi "paradójicamente" contendrá su euroescepticismo.

"No está claro qué piensa el M5S sobre Europa y dudo que Salvini, a la hora de la verdad, pueda imponer la salida de Italia, siempre y cuando sea eso lo que pretende y no esté solo tratando de conseguir votos de forma demagógica", sostuvo el experto.

En el otro lado de la balanza está el Partido Demócrata (PD), que en su programa aborda el tema con un clarividente capítulo titulado "Hacia los Estados Unidos de Europa" para subrayar sin claroscuros que la pertenencia de Italia al bloque está "fuera de discusión".

La vocación europeísta de la coalición de centroizquierda de Matteo Renzi queda manifiesta en uno de sus principales socios, la lista "??" de la excomisaria europea Emma Bonino, que concurre para espantar "el peligro" para la UE del M5S y la Liga Norte.

La relación con Europa ha salido a relucir en campaña cuando se supo que Amsterdam no contaba con la sede preparada de la Agencia Europea del Medicamento, arrebatada a Milán en un polémico sorteo.

Y también por la protesta del Gobierno ante las ventajas ofrecidas por Eslovenia a la empresa Embraco, que abandonará Italia.

El primer ministro en funciones, Paolo Gentiloni, dijo el domingo en "La Repubblica" que en la UE "ven con preocupación" la existencia de fuerzas populistas y soberanistas en Italia, y lo hizo después de asistir a la cumbre informal de jefes de Estado o de Gobierno.

También Juncker sembró la duda al reconocer que veía el riesgo de que, ante un previsible escenario político fragmentado, no "hubiera un gobierno operativo".

Inmediatamente matizó sus criticadas palabras para subrayar que "cualquiera que sea el resultado electoral" habrá un Ejecutivo que "asegurará que Italia siga siendo un actor central en Europa y en la definición de su futuro".