El Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y la Liga Norte gobernarán Italia con el jurista Giuseppe Conte como primer ministro, pero en la práctica estará conducida por dos voces, la de sus líderes Luigi Di Maio y Matteo Salvini, creando una anomalía que puede generar enormes problemas de gestión.

Una anomalía a la que se enfrenta el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, que se está tomando su tiempo para decidir si aceptar la figura de Conte para gobernar el país.

Tras dos meses de parálisis, Italia se encamina ya hacia un Ejecutivo guiado por estas dos fuerzas de corte euroescéptico, que se han unido después de que las elecciones generales del 4 de marzo no dieran los votos suficientes para gobernar en solitario a ningún partido.

Di Maio y Salvini han negociado durante diez días para compaginar sus promesas electorales y para superar un gran escollo, elegir a la persona que sería jefe de Gobierno.

La coalición de derechas, formada por la Liga Norte, Forza Italia y Hermanos de Italia, venció estos comicios con el 37 % de los votos, y dentro de esta alianza la Liga quedó primera con el 17 % de los sufragios, con lo que Salvini reivindicó para sí el derecho a dirigir el país.

Por su parte, el M5S fue la fuerza más votada en solitario con el 32,7 % de los apoyos y reiteró en campaña y durante las primeras semanas tras los resultados que su único candidato a primer ministro era Di Maio.

Los dos titanes no parecían querer renunciar a este puesto inicialmente, pero su discurso se fue modulando hasta que aceptaron en público que, si llegaban a un entendimiento en todos los demás aspectos, apoyarían a una tercera persona para que ejerciera como primer ministro.

Dejaron abierta la puerta a esta posibilidad, garantizando que si alguno de los dos suponía un problema, darían un paso a un lado porque lo que les importaba verdaderamente era aprobar las medidas que habían prometido a su electorado.

Y así ha sido, Conte será el primer ministro de Italia, pero no hay duda de que Di Maio y Salvini serán los auténticos motores que moverán en la retaguardia este gabinete, que se presenta ante los italianos como el Gobierno del cambio, de ruptura con el pasado.

Lo harán previsiblemente como ministros, el líder de la formación ultraderechista ha mostrado en los últimos tiempos su predilección por la cartera de Interior para poder poner en marcha la política antiinmigración que llevaba en su programa y Di Maio, por su parte, podría optar a uno que integre Desarrollo Económico y Empleo.

Tanto Salvini como Di Maio han insistido en que gobernarán juntos, pero manteniendo la independencia de sus respectivas formaciones, algo que provocará seguramente discrepancias, pues ya durante las negociaciones han sido frecuentes las declaraciones contemporáneas a los medios, en algunos casos contradictorias.

Para adelantarse a este escenario de posibles desavenencias, han incluido en su programa de Gobierno lo que han llamado "Comité de conciliación", un organismo formado por miembros de ambos grupos políticos y que tendrá como objetivo calmar las futuras tensiones.

El Movimiento Cinco Estrellas y la Liga Norte firmaban en este "contrato político" el compromiso de superar las diferencias de opiniones "de conformidad con los principios de buena fe y de cooperación leal", pero si las controversias persisten se convocará a este comité.

Este nuevo órgano auxiliar, en el que además del primer ministro estarán Di Maio y Salvini, se convertirá de facto en la cabeza pensante del Gobierno y para muchos es un atentado a la arquitectura institucional del país.

Incluso se dice que el organismo recuerda al Gran Consejo del Fascismo, que impuso el régimen de Benito Mussolini al Consejo de Ministros a partir del 1922.