El ministro de Defensa de Lituania, Raimundas Karoblis, calificó de "incomprensible" la reciente asistencia del presidente ruso, Vladímir Putin, a la boda de la ministra austríaca de Exteriores, Karin Kneissl, y las imágenes de la genuflexión de ella ante él tras bailar juntos un vals.

"Para nosotros esas acciones de la presidencia austríaca de la Unión Europea (UE) son incomprensibles", dijo Karoblis en una entrevista al diario vienés Presse.

El "tema del baile con Putin" es un "asunto bastante emocional" para la gente en Lituania, añadió el ministro de un país que hasta 1990 fue parte de la hoy desaparecida Unión Soviética y cuya población tuvo que esperar hasta 1993 para ver salir de su territorio a las últimas tropas rusas.

Karoblis se refirió especialmente a la presidencia rotativa de la UE que ocupa este semestre Austria, y recordó que lo habitual es que el país que asume esa responsabilidad actúe de forma neutral y represente la línea general del club comunitario, que en este caso es de unas relaciones limitadas con Moscú, debido a los conflictos en Ucrania y la anexión rusa de Crimea.

La controvertida invitación a Putin a la boda de la jefa de la diplomacia austríaca, el pasado día 20, una visita clasificada por el Gobierno de Viena como "privada y de trabajo", desató una ola de críticas dentro y fuera del país.

El estupor aumentó cuando al día siguiente empezaron a circular imágenes filmadas en las que, entre otros, se veía a la ministra austríaca efectuando una profunda genuflexión ante el jefe del Kremlin, tras bailar ambos un vals.

Aunque el gesto es conocido en Austria como parte de la tradición decimonónica del famoso vals vienés, la oposición vio en él un significado simbólico de sumisión que calificó de "inaceptable".

Kneissl, de 53 años y que asumió la cartera de Exteriores en 2017 como independiente pero propuesta y apoyada por el ultranacionalista, xenófobo y euroescéptico FPÖ, se casó con el empresario Wolfgang Meilinger en Gamlitz, cerca de la frontera con Eslovenia.

Putin llegó ese día desde Moscú con un coro de diez Cosacos del Don para obsequiar a los novios con su actuación, y partió unas dos horas después hacia Berlín, donde se entrevistó con la canciller alemana, Angela Merkel.