Los menores no acompañados y otros migrantes vulnerables corren el riesgo de ser víctimas del crimen en la fronteriza ciudad mexicana de Tijuana, donde miles de centroamericanos que han llegado en caravanas podrían quedarse durante meses, ya que las autoridades estadounidenses buscan endurecer las normas de asilo.

Alrededor de 4.600 migrantes de caravanas, cuyo avance ha enfurecido al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acampan con mantas y poca comida en Tijuana, cuyo alcalde ha declarado "crisis humanitaria".

Trump envió tropas a la frontera entre Estados Unidos y México, autorizó el uso de la fuerza letal y amenazó con cerrar la frontera por completo si las caravanas de migrantes no se detienen.

Entre los centroamericanos, muchos de los cuales son hondureños que huyen de la violencia y la pobreza, hay alrededor de 80 menores de entre 10 y 17 años, según grupos de derechos de migrantes.

Josué, un hondureño de 15 años, ha señalado que durante un intento por cruzar a Estados Unidos el año pasado fue secuestrado y golpeado brutalmente en México por narcotraficantes que decían pertenecer a la violenta organización criminal de ''Los Zetas''.

"Terminé en el hospital, no sé cómo porque llegué casi muerto", ha asegurado, negándose a proporcionar su apellido. Cuando se recuperó, las autoridades le deportaron.

Tijuana ha sido calificada por el grupo de expertos mexicano Seguridad, Justicia y Paz como la quinta ciudad más violenta del mundo en 2017.

El alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastelum, indicó este jueves que la ciudad se enfrentaba a una crisis humanitaria y que apoyar a los migrantes costaba más de 500.000 pesos (alrededor de 22.000) diarios. LISTA DE ESPERA

Los activistas temen que los centroamericanos puedan quedarse varados durante mucho tiempo en la ciudad, donde han estallado algunas protestas de residentes contra la presencia de la caravana.

Para gestionar los flujos de solicitantes de asilo, las autoridades mexicanas y estadounidenses han mantenido en los últimos años una lista de espera. Abogados y el grupo defensor de Derechos Humanos Amnistía Internacional han dicho que esas medidas retrasan el proceso.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos ha indicado en un comunicado enviado a Reuters que el puerto de entrada de San Ysidro, que conecta Tijuana con San Diego en California, podría procesar hasta 100 personas por día y que estaba trabajando con México para administrar el flujo.

El Instituto Nacional de Migración de México ha subrayado que protege los derechos de todos los extranjeros y que era respetuoso con la política migratoria implementada por otros países.

Durante días, los migrantes de la caravana han estado inscribiéndose en la lista de espera. Se incluyen adolescentes homosexuales y transexuales.

Erika Pinheiro, directora de litigios en Al Otro Lado, un grupo de defensa legal de inmigración, dijo la semana pasada a un tribunal de California bajo juramento que "los niños LGBT no pueden quedarse en México de forma segura, están en riesgo de violencia y persecución".

Tijuana tiene un solo refugio para niños migrantes, que subsiste con la ayuda de organizaciones civiles.

"Definitivamente estos jóvenes son los más vulnerables en este tipo de movimientos", ha recalcado Mynor Contreras, que dirige la casa YMCA local. "Nunca habíamos recibido tantos en tan poco tiempo", ha aseverado.

Si los niños no pueden llegar a Estados Unidos, corren el riesgo de ser deportados de México.

"No quiero morir", ha manifestado Justin, de 16 años y quien el mes pasado fue amenazado de muerte por no pagar 21 euros de "cuota" que le cobraban los delincuentes por su pequeño negocio de ropa usada en la ciudad hondureña de San Pedro Sula. "Ese día le dije a mi madre que me diera su bendición y me fui", ha añadido.