Casi con "certeza absoluta" el acuerdo del "brexit" propuesto por la primera ministra, Theresa May, no alcanzará el apoyo suficiente en la votación parlamentaria del próximo martes, algo que deja al país sumido en incógnitas que podrían encontrar respuestas en el margen por el que sea rechazado.

Esa es la teoría en la que coinciden expertos consultados por Efe como el profesor de políticas de la Universidad de Surrey (Inglaterra) Simon Usherwood y el de la Universidad Queen Mary de Londres Tim Bale.

Ambos sostienen que si la "premier" es derrotada por un pequeño margen, el camino más probable será el de tratar de conseguir algunas concesiones, que Userwood calificó de "simbólicas", por parte de la Unión Europea (UE) para modificar el acuerdo y, con ello, convencer a los parlamentarios para que cambien de opinión.

El Partido Conservador cuenta con 316 diputados en la Cámara de los Comunes de los cuales casi un centenar han avanzado que votarán en contra del pacto consensuado con Bruselas, al igual que la mayor parte de la oposición y los socios de Gobierno de May, los diez parlamentarios del norirlandés Partido Democrático Unionista (DUP).

Estos han adelantado además que romperán su acuerdo de Gobierno si May no renegocia el pacto y persiste en presentarlo al Parlamento en su forma actual.

La primera ministra se encuentra por tanto en una compleja situación, porque necesita que al menos 320 diputados de los 639 que votan den luz verde al Acuerdo de Salida y a la Declaración Política que establece la futura relación bilateral entre Londres y Bruselas.

Por ello, los expertos convienen en que lo más probable es que pierda esa votación por un gran número de votos en contra, en cuyo caso, las posibilidades de cómo se desarrollarán entonces los acontecimientos giran en torno a la permanencia de May como primera ministra.

O bien se enfrenta a una moción de censura en Westminster o a una moción de confianza dentro de su propio partido, sostiene Usherwood, que, en ambos escenarios, contempla la opción de un segundo referéndum.

Sin embargo, a su juicio, "aunque pudiera parecer de ayuda para un Parlamento que no tiene mayoría, sigue siendo una opción descartable porque no se sabe con certeza qué votarían los británicos".

Sobre ese hipotético nuevo plebiscito también se pronunció la profesora de Políticas de la Universidad de Edimburgo Nicola McEwn, que sostuvo que estaría "cargado de dificultades".

"No hay consenso sobre cuál sería la pregunta y también existe el miedo de que podría ahondar en las divisiones del país", señaló.

Argumentos que comparte con la mandataria conservadora, que se ha pronunciado en multitud de ocasiones en contra de volver a preguntar al pueblo británico acerca del "brexit" arguyendo, precisamente, que continuaría polarizando a la sociedad del Reino Unido.

Con todo, Bale aclaró que los diferentes escenarios que se plantean no son más que "conjeturas" porque "nadie sabe realmente" lo que puede pasar.

McEwen matizó asimismo que "aunque la mayoría del Parlamento se opone al acuerdo, al mismo tiempo no existe una mayoría respecto a una opción alternativa", lo único en lo que coincide prácticamente toda la cámara es en "evitar una salida sin acuerdo".

Al incierto escenario que se abre tras la votación se sumó además esta semana la posibilidad de que se retrase, algo que desmintió Downing Street el pasado jueves pero que al día siguiente volvió a plantear el presidente del llamado Comité 1922, formado por los diputados conservadores en los Comunes, Graham Brady.

El presidente opinó que si en el transcurso de estos días no se consigue "claridad" sobre el problema "saludaría" que el voto fuera aplazado hasta el momento en el que se pueda llegar al consenso.