NOS HACE mucha gracia, y también nos causa mucha indignación, que una isla que sólo es la tercera de un archipiélago, pretenda ejercer su hegemonía sobre las demás. Para más inri se trata de una isla fea, seca y desangelada. Más que de isla deberíamos hablar de islote grande. Un gran islote; ahí sí está justificado el uso del "gran". Un islote con una urbe acogotada que llaman "la capitá"; una ciudad igualmente sin encanto, que reúne oficinas, centros, consulados y, en general, todo lo rapiñado a Tenerife con el consentimiento de los traidores políticos tinerfeños. Individuos deleznables que han abandonado a la Isla que prometieron defender cuando recabaron los votos de sus ciudadanos. Algún día diremos sus nombres para escarnio de todos ellos.

Nos causa gracia e indignación, como decimos, que esa isla autodenominada "gran" intente mandar sobre las otras. Igualmente nos produce una carcajada que un ex presidente del Gobierno de Canarias -presidente por accidente, pues méritos no tenía ni uno; en realidad estaba por debajo de cero-, llamado Román Rodríguez, haya escrito un artículo titulado "Gran Canaria frente a la crisis". No sabemos si el texto ha salido de su pluma o se lo ha escrito un negro -o un blanco- literario. Más bien pensamos que se lo han preparado, pues el señor Rodríguez suele estar demasiado ocupado para ponerse a redactar. Gasta todo el día maquinando a favor de su isla; algo que no nos parece del todo mal, si no fuera porque lo hace en detrimento de Tenerife. Pero vamos a lo que vamos: Román Rodríguez dice una sarta de tonterías en ese artículo. Para él, una isla seca y fea, como decimos, se asemeja a un país importante. ¡Qué risa! ¿Todavía no se ha enterado usted de que "la capitá" está siempre bajo la panza de burro, y de que muchas playas de Canaria son peligrosas para el baño?

Por si fuera poco el ladrillo de Román Rodríguez, en la misma página se publica un artículo de María del Mar Julios. Una señora que, a semejanza de un vampiro o una vampira -no vampiresa-, quiso llevarse para Las Palmas hasta la sangre de los tinerfeños, ayudada desde aquí por una tinerfeña traidora a su isla. Titula la señora Julios su artículo con la idea de que "gran" Canaria no merece tanta desidia. ¿Por qué tenemos que ocuparnos de un territorio marginal? Ya metidos en el texto, nos troncha de risa leer que "Gran Canaria es una gran isla y no podemos permitir que siga perdiendo todo su prestigio". ¿Pero de qué prestigio habla usted, señora? ¿Es que alguna vez lo ha tenido su isla?

No menos graciosa es la señora Julios cuando escribe que "por si las editoriales de EL DÍA me siguen insultando en sus absurdas peroratas...". Para empezar, sepa usted que "las editoriales" son las empresas que editan libros. Los artículos de opinión de un periódico son los editoriales. Aclarado esto, ¿de qué insultos habla usted, doña María del Mar? ¿Es que no se acuerda usted de lo mucho que insultó a EL DÍA y su editor cuando leyó una reprobación contra la libertad de información en el Parlamento de Canarias? Lo hizo a conciencia y, además, sintiendo un orgasmo político.

Otro día hablaremos de eso que usted dice respecto a que "gran" Canaria es un continente en miniatura. Hoy ya nos duele la mandíbula de tanto carcajearnos.