Hasta la semana pasada y durante 74 años, el carrito Castilla estuvo ubicado en la avenida de Los Descubridores, en San Sebastián de La Gomera, siendo el sustento de Domingo Castilla y su familia, que lo regentó desde sus inicios.

Detrás de la eliminación de este emblemático quiosco de la capital gomera está la denuncia de un vecino que "hizo su casa después de que estuviera allí el carro y que protestó porque le quitaba la vista", con lo que se obligaba al Consistorio capitalino a recuperar ese espacio porque no contaba con concesión administrativa, relata quien fue su dueño, Domingo Castilla.

Así, tras un período de litigios, hace unos días se conoció que el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) ratificaba la sentencia del Juzgado de lo Contencioso Administrativo de Santa Cruz de Tenerife por la que se obligaba al Consistorio capitalino a retirarlo.

El origen del carrito Castilla, el más antiguo de la Isla y único de la capital gomera, se remontaba a 1938, cuando el padre de Domingo comenzó a vender dulces caseros, cigarros, caramelos y plátanos en un pequeño carrito de tres ruedas, que se trasladaba cada día a la plaza de La Constitución desde un cuarto cercano. Entonces era solo una alacena a la que con el tiempo se añadieron laterales con puertas corredizas forradas de tela metálica fina y el techo, del que colgaban las manillas de plátanos.

Recuerda Domingo Castilla -que empezó a trabajar en el carrito junto a su familia cuando tenía 6 años y en 1945 pasó a regentarlo con su hermano Pedro-, que cuando hacía viento no podían salir porque "se lo llevaba" y cuando llovía tenían que colocar un encerado encima o correr a resguardarlo.

En 1972 colocaron un quiosco prefabricado donde se vendían revistas, periódicos, juguetes, tabaco y chucherías. Nunca cerró a mediodía ni fines de semana, ni por vacaciones, y se convirtió en un importante centro de reunión del pueblo.

En esa época abonaban unos 50 céntimos de peseta, que, según afirma la familia, han seguido pagando "religiosamente". Con semejante historia, lo único que lamenta Domingo, que hoy tiene 80 años, es que el ayuntamiento no le diese alternativas y pretendiese sacar a concurso la concesión sin ofrecer ventaja alguna por la antigüedad.