Se alegran los políticos del régimen de que la bolsa se recupera y de que baja la prima de riesgo y de que estamos mejor que Italia y de que la macroeconomía mejora y de que pronto creceremos.

Protestan los políticos de la oposición porque el Gobierno canta victoria (ya no se acuerdan de sus mentirosos brotes verdes) y porque engaña a los españoles. Mira quienes nos van a hablar de engaños.

Pero lo cierto, al margen de los triunfos de unos y de las derrotas de los otros, es que el crédito sigue sin fluir, las pymes sin contratar y los autónomos sin crecer. Eso de bajar la cuota a los autónomos está muy bien, pero no sólo a los que lo son por primera vez, sino que la medida se tiene que extender a todos.

i no damos facilidades para que se cree empleo, las listas de paro seguirán abultadas. i se contrata a la gente pagaremos menos dinero a los parados, digo yo. O sea, que si se hace la cuenta, y se hace bien, estoy seguro de que rebajar la cuota de los autónomos -de todos- será un éxito y también reducir las cuotas de la eguridad ocial, como me parece que nos habían prometido (son tantas las promesas que ya soy incapaz de distinguir la ficción de la realidad).

Cualquier facilidad que se dé a los pequeños empresarios será bien aprovechada. Cualquier medida tendente a bajar la presión fiscal de los ciudadanos contribuirá a crear alegrías consumistas en la población. i el consumo no se dispara en el periodo navideño que viene, miles y miles de comercios, sobre todo de ropa, van a tener que cerrar sus puertas.

El Gobierno tiene que empezar a tomar esas medidas fiscales, crediticias y laborales para flexibilizar la tensión que impera en todo el sistema productivo. Y deberá crear las condiciones para que el consumo se anime y salga de su atonía.

Hay que cambiar todo esto, pero de manera inmediata. De lo contrario, al PP no le va a dar tiempo de recuperarse de aquí a los próximos comicios municipales y autonómicos de 2015. Que serán indicativos de las elecciones legislativas próximas. España mejora en su macroeconomía, pero ¿qué pasa con la de todos los días, la pequeña?