El Tenerife dio ayer una nueva alegría a una afición feliz, enormemente feliz y orgullosa de un equipo que hace disfrutar con su juego, con sus goles y con sus resultados. Están los de José Luis Oltra a dos pasos del ascenso, pero ya ha ido cumpliendo parte de los objetivos. A Las Palmas le ha ganado los dos derbys (0-1 y 2-0) y los 25 puntos de distancia son demoledores para diferenciar a un favorito al ascenso de un equipo que se creyó más de lo que era tras el cambio de técnico y ha vuelto a la realidad, la de un conjunto que, sencillamente, no desciende porque hay cuatro peores.

Centrándonos en el cuadro tinerfeñista, el desahogo de Oltra al bajar de la guagua en su llegada al Heliodoro era premonitorio. Liberó el entrenador local, puños en alto, la tensión del momento. Había que ganar sí o sí pensaban entonces los suyos viendo a 3000 aficionados esperándoles hora y media antes del choque (22.000 luego dentro del estadio). Quizá esa fue la ansiedad que se les notó en la primera parte del encuentro, en la que los amarillos llevaron la pelea a su terreno ensuciando la salida de balón del Tenerife.

Pero la calidad en el fútbol marca la diferencia. Cuando Richi abrió el marcador, se acabaron la UD y las dudas. Ahí desplegó su mejor juego la escuadra blanquiazul, cuya victoria completó una obra de arte de Nino. Ahora sólo (en realidad nada más y nada menos) queda rematar el ascenso para hacer perfecta la temporada.