Cuando Velasco Carballo silbe iniciando las hostilidades en Mestalla, el Tenerife empezará a jugarse en 90 minutos nueve meses de trabajo, el futuro de un proyecto y, lo que es más importante, la ilusión de una afición de Primera que sueña con seguir en la categoría que le corresponde. Es verdad que no depende de sí mismo, pero también lo es que no sería de extrañar que el descenso se decidiera en función de lo que suceda en Valencia. Con el Málaga y el Valladolid enfrentándose a los mejores Real Madrid y Barcelona (en puntuación) de la historia, mucha gente centra su mirada en el choque de los blanquiazules.

Si la responsabilidad no atenaza a los de Oltra, deberá notarse que tienen algo entre manos mucho más importante que su rival. Con los deberes hechos, el conjunto che peleará únicamente por agradar a su parroquia y tributar un merecido homenaje a Baraja en su despedida del club. Las ausencias por sanción de Bertrán y Ayoze, por lo que ni siquiera sea intentó alegar ante los distintos comités, condicionarán el once. No sólo porque se trate de dos de los futbolistas más en forma, sino por los problemas físicos de sus teóricos sustitutos.

En el caso del ilerdense, será Luna el que ocupe su lugar. Por el de La Vera, amagó el técnico tinerfeñista con Kome o Manolo Martínez. Ninguno de los dos está para 90 minutos, por lo que seguramente iniciarán la contienda en el banquillo. La entrada de Mikel Alonso desplazará a Alfaro a la banda izquierda y matizará el dibujo insular, que se convertirá en un 4-1-4-1. Mucha presión en el medio, atascar el centro del campo local y aprovechar las ocasiones que se presenten. Es la receta que pretende el Tenerife para la final. Para el día que definirá su futuro.