Miles de uruguayos estallaron hoy de júbilo y salieron a las calles para lanzar petardos, gritar, saltar y ondear las banderas nacionales cuando la selección consiguió el pase a las semifinales del Mundial de Sudáfrica gracias al triunfo en los penaltis en el partido contra Ghana.

Justo al caer la noche, la habitualmente tranquila Montevideo se convirtió en un hervidero, con decenas de coches circulando por las calles al ritmo de las bocinas de los vehículos que no dejaron de sonar durante muchos minutos.

Las mayores concentraciones de aficionados celestes se dieron en la Plaza Independencia, punto emblemático del centro de la ciudad, donde miles de personas siguieron el encuentro en una pantalla gigante.

La marea humana se extendió también por la Avenida 18 de julio, que desemboca en esa plaza, y la Rambla que da al Río de la Plata.

Durante el partido en la capital uruguaya reinó el silencio y las calles se vaciaron.

La tensa espera solamente se vio interrumpida con la celebración del gol de Diego Forlán y con la histeria que se desató al marcar Sebastián Abreu el penalti que le dio el triunfo a su equipo.

La última vez en que Uruguay accedió a las semifinales de un Mundial fue en México 70.

Anteriormente, el país sudamericano había conseguido hacerse con dos campeonatos del mundo, en 1930 y 1950, el primero como anfitrión y el segundo en Brasil con el famoso ''Maracanazo'', el triunfo en el mítico estadio de Maracaná antes los poderosos brasileños.

Antes del triunfo de hoy los medios de comunicación uruguayos habían especulado con la posibilidad de que el avión que traerá de vuelta a los jugadores y al cuerpo técnico aterrice en el aeropuerto internacional alternativo de la ciudad de Durazno, a 180 kilómetros al norte de Montevideo, en el corazón del país.

El objetivo es permitir que desde todos los rincones de Uruguay, los 3,3 millones de habitantes de esta pequeña nación sudamericana puedan acompañar a su selección en una caravana hasta la capital.

Por ahora, Uruguay solo piensa en Holanda, su rival de la semana que viene en semifinales, para seguir soñando.