Diego Maradona deja el cargo de seleccionador argentino con la frustración de no haber entregado como entrenador a su equipo lo que sí le dio como futbolista en casi dos décadas de carrera profesional.

Apenas unos días después de comparar la reciente eliminación mundialista de Argentina con el dolor que sintió al colgar definitivamente las botas, en 1997, ''Pelusa'' aseguró que su ciclo como seleccionador nacional había concluido.

Con el paso de los días, sin embargo, fue creciendo el rumor de que el apoyo del Gobierno y la Copa América 2011 a la vuelta de la esquina inclinarían la balanza en favor de su continuidad.

Pero la AFA se cobró viejas facturas y casi que invitó a Maradona a alejarse de la selección al imponerle condiciones que todo el mundillo futbolístico argentino sabía que el técnico no aceptaría.

Así ha sido la vida del mejor futbolista de todos los tiempos: blanco o negro, jamás un gris.

Diego Armando Maradona nació el 30 de octubre de 1960 en Villa Fiorito, un humilde barrio de las afueras de Buenos Aires que fue testigo de sus primeros regates y del comienzo de la relación con el que fuera su mejor amigo dentro de un campo de fútbol, el balón.

En 1976, debutó en la Primera División y al poco tiempo nadie tuvo dudas de que sería un verdadero ''crack''. Dos años después era el máximo goleador de los torneos argentinos y en 1979 llegaría su primera gran consagración internacional con la selección sub''19 que ganó la Copa del Mundo de Japón.

En 1981 fue traspasado del Argentinos Juniors al Boca Juniors y fue campeón e ídolo absoluto en el equipo más popular de Argentina hasta que una temporada más tarde fichó por el Barcelona, donde jugó dos temporadas y obtuvo un título (la Copa del Rey).

Italia fue su siguiente escala. Desde que debutó, el 16 de septiembre de 1984, Diego se ganó también la idolatría de los hinchas del Nápoles, con el que logró en la temporada 1986-87 los títulos de Liga y de la Copa Italia.

El año 1986 fue, sin dudas, el de su consagración definitiva, que llegó en el Mundial de México con la selección argentina.

Sus dos goles ante los ingleses, uno con ''la mano de Dios'' y otro con su mágica bota izquierda tras eludir a media docena de rivales, hicieron que el mundo futbolístico le rindiera pleitesía.

Apoyado en su inventiva, el equipo del sur de Italia volvió a celebrar una conquista, la primera en un torneo continental en su historia, al obtener la Copa UEFA en la temporada 1988-89, y un año después un nuevo título de Liga.

La alegría que supuso la conquista de la Supercopa italiana en 1991 contrastó con su primer gran sinsabor futbolístico: una sanción de 15 meses por dopaje.

Meses después, la policía le detuvo en un apartamento de Buenos Aires, del que salió obnubilado por las drogas, lo que se convirtió en la primera prueba pública de su relación con los estupefacientes.

En septiembre de 1992, Maradona llegó al Sevilla y se reencontró con Carlos Bilardo, el entrenador con quien había sido campeón y subcampeón mundial con Argentina en 1986 y 1990.

Menos de un año después pasó al Newell''s Old Boys argentino, donde apenas jugó una decena de partidos, y su última gran aparición a nivel mundial se produjo con la selección argentina en Estados Unidos''94.

Allí, su carrera se vio sacudida por un nuevo caso de dopaje, que repitió por tercera vez en 1997, en el Boca Juniors.

Desde entonces Maradona tuvo apariciones públicas circunstanciales, aunque en enero de 2000 su foto volvió a las portadas de los diarios cuando, a causa de una sobredosis de drogas, ''coqueteó'' con la muerte en la ciudad uruguaya de Punta del Este.

A los pocos días viajó a Cuba para someterse a un tratamiento por su adicción y por un severo problema cardíaco.

Entre 2004 y 2005 su vida transcurrió en sanatorios, centros de rehabilitación y sets de televisión por su incursión como presentador de ''La noche del 10'', el programa que condujo durante varios meses con altísimos niveles de audiencia.

En 2007 fue hospitalizado durante 40 días, 15 de ellos en una clínica psiquiátrica, por una recaída física producida por un exceso de alimentación y alcohol.

Lejos de apagarse, la llama de Maradona resurgió con más fuerza a finales de 2008, cuando asumió como seleccionador argentino tras la renuncia de Alfio Basile y pese a cargar sobre sus espaldas sólo un par de olvidables experiencias como entrenador.

No sin sufrimiento logró clasificar al equipo albiceleste para el Mundial de Sudáfrica, adonde llegó con el objetivo de volver a ser campeón mundial y que le despidió con un sonoro cachetazo.

Dicen que ''Pelusa'' lloró y dijo a sus íntimos que renunciaría, pero que el recibimiento de los hinchas en Buenos Aires le conmovió.

Lejos de hacer una autocrítica, desafió a la AFA al decir que se iría de la selección si le ''tocaban'' aunque fuera al último de sus colaboradores. Y la AFA, al parecer, se los tocó.

Ahora deberá reinventarse para continuar su carrera ligada al fútbol. Y si alguien sabe de resurrecciones, ése es, justamente, Diego Maradona.