El Tenerife confirmó en Montilivi que tiene luces y sombras, como todos los equipos, pero que debe ponerse urgentemente a trabajar para iluminar las cuestiones menos afortunadas de su juego. Con una plantilla limitada pero mucha ilusión y disciplina táctica, el Girona puso en evidencia a uno de los grandes favoritos al ascenso. Las razones, a continuación.

Actitud.- La intensidad en el arranque no fue la debida. El conjunto catalán, que saltó al terreno de juego mucho más concentrado, se encontró a un rival demasiado confiado en sus posibilidades como para ponerse el mono de trabajo desde el primer minuto. Grave error en esta Segunda División, en la que las diferencias de potencial desaparecen a poco que el equipo con mayor calidad baje lo más mínimo su listón de exigencia. Puede que el mensaje con la tan repetida condición de candidato al ascenso haya calado en exceso en el vestuario tinerfeño.

Defensa en zona.- En Montilivi, dos de los cuatro goles encajados se originaron en errores a la hora de ejecutar este tipo de defensa en las acciones a balón parado. El penalty que propicia el 1-0 nace de un córner, en el que Serra cabecea al larguero sin oposición. En el rechace, Prieto derriba al central. Con el encuentro igualado y el Tenerife dominando, otro saque de esquina en contra acabó con el 3-2, al rematar Kiko Ratón de cabeza. No es casualidad. Durante la pretemporada, ya tuvo problemas ante el Zaragoza y encajó goles contra Orihuela y Benidorm. Arconada había calificado como "innegociable" esta forma de defender la estrategia. O la mejora o deberá retirar ese cartel.

Pérdidas y equilibrio.- El doble pivote es clave en cualquier equipo, pero más en uno que pretende contar en su once inicial con tantos futbolistas ofensivos. Con una pareja como Ricardo-Hidalgo no hay especialista defensivo. Esa tarea queda, fundamentalmente, para el tinerfeño. No obstante, se encuentra demasiadas veces en inferioridad. Cuando se produce una pérdida de balón y el rival supera la primera línea de presión, la lejanía de los hombres de banda (y en ocasiones la incorporación al ataque del otro pivote y hasta de un lateral) deja desguarnecida la defensa blanquiazul. Es una de las cuestiones que más ha intentado mejorar el técnico para evitar, en el futuro, la sangría de ocasiones que le creó el Girona.

Acierto en ataque.- No hay que olvidar que el Tenerife encerró en su área al cuadro que dirige Raúl Agné durante casi media hora de la segunda parte. Dispuso de oportunidades para completar su remontada, pero la escuadra blanquiazul careció del acierto necesario. Es otro de los pecados cometidos en Montilivi. Un equipo con este potencial ofensivo no puede perdonar tanto como lo hicieron Nino, Natalio o Juanlu. Tampoco ayuda el excesivo individualismo de algunos jugadores como Omar, reemplazado al descanso.