El Tenerife se examinaba ayer de los errores que cometió en los dos partidos anteriores, cuyos resultados han hecho un daño indisimulable al sistema nervioso de un equipo que volvió a suspender en las mismas materias que traía pendientes. Otra vez, como sucedió en Elche, torció un partido que llevaba bien encaminado por una falta de respuesta individual en un balón parado sencillo de defender. Fue la jugada del empate del Salamanca, la que de verdad encendió la mecha, en el minuto 11 de una segunda parte que se convirtió en una pesadilla para los locales.

Es imposible saber qué hubiera pasado si el equipo no encaja ese gol "evitable" por definición. Una pelota frontolateral, tocadita, al medio del área; todos miran y nadie la ataja, entra Moratón y remata sin nadie a la redonda... No fue sólo perder la ventaja, fue abrir de par en par la puerta para que entrasen todos los fantasmas. Hay, no obstante, un segundo planteamiento: ¿de verdad no ofrece más garantías una defensa al hombre (mixta claro) en la medida que retrata al que falla...?

Bueno, pues el caso es que al Tenerife se le fue una ventaja que había adquirido sin brillantez. Porque el equipo tiene otros problemas de tipo general. Su elaboración no es fluida. El Salamanca puso dos líneas de cuatro (4-4-2) y jugó junto en 40 metros. Al Tenerife le costó superar la segunda línea para poder crear superioridad cerca del área rival. Este equipo ha cambiado algo su estructura con respecto a los tres años anteriores, aunque su dibujo parezca el mismo. Con Natalio tiene un segundo delantero, de gran categoría además, pero ha perdido enganche por el medio. Ayer el equipo estuvo media hora buscando soluciones, sin acercarse siquiera al área charra. Tuvo el balón, pero no cogió el toque ni consiguió cambiar la velocidad del juego. El entrenador visitante encomendó a Marcos Márquez la tarea de impedir que Melli, que es el que sabe hacerlo, iniciara el fútbol local y la papeleta le quedó a Prieto, que está para otras cosas. Con la posesión de la pelota casi todo el tiempo, el equipo se paró, no hubo movimiento sin balón y los dos hombres de banda quemaron muy rápidas sus posesiones, sin esperar a los laterales para llegar por fuera. Total, 30 minutos en los que sólo el Salamanca tiró a portería, porque su fútbol simple: era robar y salir, aprovechando los buenos apoyos que hacia delante Juanjo: Sarmiento (12'') fue el que más cerca estuvo del gol, pero su tiro salió alto.

El Tenerife marcó primero sólo porque Albilla hizo un mal despeje y le regaló un balón a Hidalgo que pilló abiertas las líneas charras, en plena salida, y la conexión de Antonio con Nino fue letal. Después del 1-0 el equipo de Arconada funcionó mejor, lo que demuestra que las dos goleadas habían generado una notable ansiedad colectiva. Natalio empezó a bajar a recibir, los dos de banda se metieron por dentro para enlazar y, hasta el descanso, el equipo vivió sus mejores momentos, e incluso pudo hacer el segundo gol.

A peor.- La segunda parte empezó plana, aunque Juanjo (3'') que ya había avisado al final de la mitad anterior, pudo marcar de cabeza. El Salamanca no cambió su modelo ni dio sensación de dar un paso adelante. Pero en esas, con todo bajo control, llegó el famoso gol de cabeza. Entonces empezaron a pasar cosas gruesas. Arconada acababa de dar entrada al esperado Julio Álvarez, al que colocó en su sitio, por detrás de Nino, escorando a Natalio a la izquierda. El Tenerife tenía en ese momento en el campo su equipo de gala. El bloque ofensivo local hizo un gran desgaste en la primera parte, bajando a defender para conseguir el efecto colectivo que busca el entrenador y evitar desequilibrios. Por ello se presumía un final de partido muy duro para gente cansada, como Hidalgo, Natalio o el propio Omar. El entrenador decidió meter a Mikel Alonso y liberar a todos los que estaban por delante del pivote para buscar el segundo gol, pero sólo cinco minutos después de la entrada de Mikel por Ricardo, otro momento defensivo blando trajo como consecuencia la segunda amarilla a Prieto. Con 10 hombres, el técnico tomó su decisión más discutida: puso en el campo a Sicilia y quitó a Natalio. El equipo perdió presencia arriba. La segunda decisión fue hacer una línea de tres medios por el centro, con Mikel en el eje, Julio a la izquierda e Hidalgo a la derecha, llenando, además, la posición vacía de interior diestro.

Del 2-1 al 1-2....- Faltaba un capítulo por escribir: el guión de los clásicos minutos locos del Heliodoro. El Tenerife enganchó una buena jugada, el público se volcó como sabe hacerlo y el equipo se fue arriba y encerró a su rival. Tuvo manejo cerca del área, poca paciencia, y ocasiones clarísimas, como un "pim pam pum" que acabó con una milagrosa parada de Biel Ribas a Omar (37''). Era un gol cantado, pero se fue a un dedo del larguero. Ya no había cabeza para intentar procesar que el empate era un mal menor. El ida y vuelta presentaba un final agónico. Óscar Cano había ido cambiando en el medio campo hombre por hombre y los que entraron fueron decisivos, porque intervinieron en las jugadas que decantaron la balanza. Pudo marcar Kike López (35''), a cuyo disparo respondió Sergio con un paradón. El portero se volvió a lucir en el 41 cuando Héctor Yuste le encaró y quiso regatearle sin conseguirlo, pero fue Quique Martín el que generó la acción previa al 1-2. La defensa sobre el veterano media punta también fue de feria. Le dejaron centrar, hubo un remate al poste en el lado contrario y Kike López marcó a meta vacía.

O sea, que es verdad: todo es susceptible de empeorar. Llegados a este punto la situación merece una reflexión interna muy seria.