Intentar dar una explicación simple a la decisión del Jamper Aguere de no comparecer en la final de la Supercopa de España 2010, que debía disputarse el pasado domingo el pabellón Príncipe Felipe de Murcia, no es fácil.

La mecha se encendió durante la jornada del sábado cuando se conoció (de manera oficial, porque ya había previsiones) que la Federación Internacional de Voleibol (FIVB) había tramitado correctamente el traspaso de tres jugadoras del Murcia 2005, el rival de las laguneras, oriundas de la República Dominicana (Priscilla Rivera, Marianne Fersola y Jeoselyna Rodríguez). Por el contrario, el ente federativo internacional no resolvió de la misma forma las fichas de las tres jugadoras brasileñas del Jamper Aguere: Renata Benedito, Cristina Alves y Fernanda Zendrón, lo que repercutía negativamente, como parece obvio, en el potencial deportivo del conjunto lagunero.

Las negociaciones.- La reacción no se hizo esperar y comenzaron las negociaciones ya que peligraba la disputa del encuentro. Sin embargo, el acuerdo nunca llegó.

Por un lado, el club murciano que preside Evedasto Lifante abogó en todo momento porque se disputase el choque, ya que ellos habían cumplimentado de manera correcta las fichas de sus jugadoras. Además, habían hecho un esfuerzo económico para poder contar con algunas de sus internacionales, que estaban concentradas con sus respectivas selecciones preparando el próximo mundial. Era el caso, entre otras, de la holandesa Ingrid Visser.

Por su parte, el Jamper Aguere con Ambrosio González y Ramón Vargas a la cabeza, instó al presidente de la Federación Española de Voleibol (RFEVB), Agustín Martín, a poner solución a los problemas para legalizar el traspaso de sus jugadoras sudamericanas. Pese a los intentos de Martín por conseguir que se certificara la operación, lo más que pudo lograr fue una autorización por parte de la Confederación Europea de Voleibol (CEV) para que pudieran jugar las ucranianas Natalia Kvasnytsia y Oksana Zaporohets, que tampoco contaban con el traspaso necesario.

Esto no fue suficiente para el club aurinegro, que se negó a disputar el encuentro bajo esas condiciones. La alternativa expuesta por el Murcia 2005 para posponer la fecha, siempre y cuando el Jamper Aguere se hiciese cargo de los gastos económicos derivados de la organización de la cita, tampoco fue aceptada por éstos. El resto de opciones, si se pusieron sobre la mesa, no sirvió de nada. El desenlace es el por todos conocido, el encuentro no se disputó porque el Jamper no compareció.

La "mano negra".- La conciliación de las partes se desarrolló bajo un ambiente de tensión (ambos clubes tienen algunas cuentas pendientes de anteriores temporadas) y sobre todo, con el telón de fondo de una supuesta "mano negra" a la que aludió Ramón Vargas. Al parecer, el Murcia 2005 mantiene buenas relaciones con la Federación de Voleibol de la República Dominicana, Ramón García, que a su vez podría tener contactos dentro de la FIVB que facilitaron en gran medida la tramitación de los traspasos de las jugadoras murcianas y retrasaron el de las brasileñas del cuadro lagunero. Sin embargo, todo se queda en una suposición al no tener una prueba fehaciente.

Las consecuencias.- Aventurar cuáles serán las repercusiones tanto federativas como económicas que puedan caer sobre el club aurinegro es algo incierto. No obstante, con toda probabilidad se le dará el partido por perdido, lo que otorgaría el título al Murcia 2005, y se le impondrá una sanción que podría estar entre los tres y los seis mil euros aproximadamente, en el mejor de los casos.

La que sí ha quedado dañada es la imagen del Jamper Aguere, no sólo porque el hecho de ser el vigente campeón de la Superliga Femenina conlleva una responsabilidad grande dentro del voleibol español (al fin y al cabo la imagen del Murcia ya está bastante dañada), sino también porque la entidad aurinegra tiene un gran peso dentro del desarrollo de este deporte en la Isla.