LEJOS DE aquellos tiempos en los que el entonces Marichal (ahora Fígaro) Tenerife imponía su ley y un buen puñado de equipos se peleaban cada año por hacerle sombra, la Superliga actual camina hacia el precipicio. En los últimos veranos, conjuntos con cierta tradición como Albacete, Ávila o Cantur han ido desapareciendo. Otros (Sanse, Toledo, Miranda o Finestrat) se atreven a dar un paso adelante y acaban rindiéndose a la realidad económica actual. Por eso, la RFEVB ha tenido que repescar clubes, invitar a otros y rezar para completar una nómina decente de 12 escuadras en la élite. Y por eso, pasa vergüenza el ente federativo cuando muchos clasificados españoles renuncian a jugar en Europa.

En la búsqueda de soluciones, producto nacional. Es el ¿acuerdo? al que se llegó al final de la pasada campaña y que pasa por reducir a cuatro la presencia de jugadoras no seleccionables en cancha. Y aquí está una de las claves de la temporada. Unos han trabajado bien en este sentido (Menorca, Fígaro, Cuesta Piedra o Burgos) y otros tendrán que manejar bien sus piezas y evitar las lesiones en sus nacionales (Murcia o Aguere entre otros). El caso es que, a falta de estrellas rutilantes, mejor invertir en cantera. El balance, en mayo de 2011.