LOS CHOQUES DE RIVALIDAD suelen llevar implícitos consecuencias muy similares, que mucho tienen que ver con el estado anímico. Para muestra, el partido de fútbol de ayer entre el Tenerife y Las Palmas. No solo se dirimen los puntos del propio encuentro sino que trae consigo un postpartido que, en ocasiones, suele durar mucho tiempo y termina por marcar el futuro de ambos equipos en la propia competición.

Por el bien de nuestro Club Deportivo Tenerife, confiemos que, en esta ocasión, aparezca la excepción que toda regla lleva consigo, y que sirva como punto de inflexión para tomar decisiones que contribuyan, de manera definitiva, a salir de una situación que se vislumbra con un futuro muy pesimista para una entidad que, hasta hace bien poco, ilusionaba a toda una Isla.

Derby hubo, también, en baloncesto. Rivalidad provincial entre los dos representantes en la Adecco Oro. Dominio claro del Isla de Tenerife Socas Canarias ante un U.B. La Palma que acusó su escasa puntería desde el perímetro. Los de Alejandro Martínez fueron superiores en todas las facetas del juego y dieron un golpe sobre la mesa para presentarse, casi definitivamente, como claros aspirantes a estar en las eliminatorias de ascenso al final de temporada.

El choque, como tal de rivalidad, tenía trampa. El favorito era el local y, semejante condición, obligaba mucho a los aurinegros; por cierto, para algún distraído, jamás he manifestado, ni siquiera insinuado, que el Canarias debiera vestir otros colores. Distinto será si, en un futuro, se consolidara esa única entidad a la que no pocos aspiran y hubiese que adaptar los colores a las condiciones de un posible patrocinador.

Siguiendo con el encuentro, esa obligación cumplida le va a permitir, al equipo de Alejandro Martínez, llegar a un ligero descanso en la competición con los deberes hechos y con la convicción de mirar hacia arriba en la clasificación, además de multiplicar las expectativas de consolidar, al menos, la sexta plaza en la tabla.

Continúa la mejoría en las prestaciones de los bases, así como en la aportación de los jugadores americanos; de manera especial, la de un Flemings que, cuando juega cerca del aro, se convierte en determinante. Solo Koshwal parece no alcanzar la confianza del cuadro técnico. Su rendimiento aún está por debajo de lo esperado.

El derby, al contrario que en el fútbol, ha servido para que nuestro representante confirme la mejoría en su nivel de juego y afronte el resto del campeonato sabedor de sus posibilidades. Ahora, un pequeño descanso y, luego, a continuar la escalada.