NO ES UN DESPRECIO a Mandía, pero su etapa en Tenerife no deja ni siquiera una estela de polémica. No es "culpa" suya, es que no hay tiempo que perder en distracciones absurdas, en debates que no conducen a nada. Su destitución fue un simple procedimiento para acabar con el tránsito entre el problema, que fue la elección de Arconada, y la anhelada solución, que esperamos que sea la gestión de Antonio Tapia. Juan Carlos Mandía se acabó. No va a tener más juicio público, porque al Tenerife no le sobra tiempo para eso.

La situación, en números, es la siguiente: faltan 22 partidos y, en el escenario más favorable posible, hay que sumar un mínimo de 10 victorias antes de la última jornada, dependiendo del nivel de puntuación en la segunda vuelta del resto de equipos de la zona baja. El quinto peor clasificado, precisamente Las Palmas, finalizó ayer la primera vuelta con 23 puntos, la mitad de los 46 a los que llegaría el Tenerife con las 10 victorias de las que hablamos. En el Heliodoro hay que jugar once encuentros, contando obviamente con el del miércoles ante el Granada, que pertenece a la primera ronda.

Se necesita entonces un cambio excepcional, de los que se producen contadísimas veces en el fútbol. La gran mayoría de los equipos lo intentan, aunque es infinitesimal la cantidad que lo consigue. Pero hay que intentarlo. No es una remontada sin margen de error, de corto recorrido, del tipo de aquellas en las que una derrota ya es irreversible, como la del año de la llegada de Valdano para ocho jornadas. Esta vez se requiere otra proeza, pero sus dimensiones, sus plazos, son distintos. Desde un punto de vista optimista, casi podríamos decir que lo único que le sobra a este equipo ahora mismo es tiempo, porque un buen Tenerife, un equipo que funcione, que juegue algo al fútbol y sea consistente (esa es la tarea de Tapia) es muy capaz de ganar e ir remontando hasta donde le lleve su dinámica.

Al nuevo técnico le espera la tarea que los dos anteriores no supieron hacer, pero ahora con la dificultad añadida de los efectos que produce el tiempo perdido y la erosión mental de los resultados. Su reto es empezar de cero en el plano táctico, formar un equipo, inculcarle una idea y hacerles creer en ella. Para avanzar tanto en tan poco tiempo se requiere cierto liderazgo, transmitir mucha seguridad y convencer al grupo. Salvar a este Tenerife equivale a un ascenso.