REPUTACIÓN, FAMA, autoridad. Si buscamos en el diccionario la definición de crédito encontraremos, en una de sus acepciones, estos tres sustantivos.

Nadie tiene capacidad para vislumbrar cuál será el desenlace de la presente temporada en la segunda división más importante del baloncesto nacional. Ninguno sabemos en qué lugar terminará la liga el Isla de Tenerife Socas Canarias; ni tan siquiera, este año, conocemos de antemano los protagonistas de las eliminatorias por el ascenso. Seguramente hay más igualdad que en temporadas precedentes.

Sin embargo, todos debemos coincidir en que el equipo de Alejandro Martínez está yendo de menos a más en su trayectoria deportiva. Insisto en que ningún tangible de los que se están sumando ahora, garantiza un final mejor. Pero no es menos cierto que las sensaciones que destila el equipo invitan a ser más felices que al principio del curso deportivo.

Parece que la plantilla está definida. No solo en cantidad sino en los roles que debe asumir cada uno. También parece evidente que no habrá más incorporaciones. Tampoco debería haber ninguna huída, a pesar de papeles muy secundarios que algunos jugadores van a empezar a desempeñar.

El nivel colectivo ha dado un salto de calidad muy importante. No solo se tiene la garantía de Richi sino que Chagoyen ya es casi insustituible; Nacho sigue siendo un referente ofensivo en momentos de atasco; Richotti es titular y se juega muchas canastas en los últimos segundos de posesión; Sabat ha encontrado la confianza y la seguridad que él buscaba desde las primera jornadas; tener a Iker, por detrás, fortalece la dirección en la pista; Jaime cada vez está mejor; y Lampropoulos, el último fichaje, tiene toda la pinta de ser la guinda del pastel. No va a brillar como lo hacen otros jugadores, no va a aparecer en las estadísticas con parámetros similares a otros compañeros, pero da seguridad defensiva en el uno contra uno, ocupa y libera espacios como pocos, comete mínimos errores con la pelota; viene a tener, en definitiva, el perfil que el cuadro técnico buscaba: trabajo y discreción con aporte cualitativo.

Todos estos elogios no son gratuitos, son merecidos. Es cierto que pueden convertirse en una trampa. Por ello, se debe mantener la constante de la humildad; ese valor que cada día viene mostrando el equipo. Disfrutar con las buenas sensaciones no debe distraer lo mucho que queda por cumplimentar hasta llegar al tramo final. Se está logrando un nivel en la plantilla con mayores opciones competitivas, pero conviene no olvidarse que muchos otros siguen aspirando a lo mismo.

*Entrenador superior de baloncesto