En el rostro de Sergio Aragoneses queda el rastro del gran hematoma que tuvo en la parte inferior del ojo derecho, algo de inflamación y, sobre todo, el gran corte, de siete centímetros de longitud, que le produjo el rodillazo fortuito que recibió por parte de Del Pino en la recta final del partido del sábado pasado en Soria. Las secuelas aún impresionan, pero mucho menos que el domingo cuando llegó a la Isla. Aunque él no le da más que la justa importancia. Dice que se siente "mucho más tranquilo y bastante mejor", tras el susto que se llevó. Tanto es así que ayer garantizaba que haría lo posible para estar en buenas condiciones el sábado. "Esto quien mejor lo puede saber es el doctor. Lo hablaré con él. Pero estoy con ganas y espero recuperarme para jugar", aseguró. Sergio está entrenando en solitario estos días para proteger la herida. El parte médico que ayer firmó Juan José Valencia, jefe de los servicios médicos, indica que se esperará a comprobar cómo evoluciona para aumentarle las cargas de trabajo y, en definitiva, decidir si está en condiciones de medirse al Córdoba. No se descarta que utilice algún tipo de protector para jugar. Sergio recuerda incluso los detalles del lance con Del Pino: "Fue un rechace que se quedó ahí, yo intenté ir a por el balón, el delantero también y con la mala fortuna que me dio con la rodilla en la cara", indicó. Luego reconocería que, pese a que el "golpe fue bastante fuerte", decidió no solicitar el cambio porque se sentía bien. Cuando peor lo pasó, fue en las horas posteriores. "La contusión siempre deja secuelas, pero por fortuna solo ha sido esto. Estoy contento en ese sentido", dijo.

Con respecto al duelo ante el Córdoba, Sergio es partidario de afrontarlo "pensando que es el último" del curso. "Tenemos que ir a muerte", añadió. No esconde que la situación es de máxima urgencia. "Ahora tenemos que intentar hacer más que nadie", afirmó.