El medio partido que midió a Betis y Tenerife el pasado 15 de agosto debió servir como aviso. Se enfrentaron en 45 minutos los dos teóricos favoritos al ascenso y, en ese escaso margen de tiempo, los verdiblancos desnudaron las miserias de un castillo de naipes construido bajo los efluvios del año en Primera y sustentado por una defectuosa columna llamada Gonzalo Arconada. Todos nos engañamos y las pruebas sobran con una ojeada a la tabla clasificatoria de Segunda. A los dos favoritos de agosto les separan 19 puestos y 42 puntos. Unos pueden confirmar en esta jornada su regreso a Primera División y otros su caída al precipicio de la Segunda B.

El ejemplo del éxito es este Betis de Pepe Mel que, pese a estar intervenido judicialmente y pasar por múltiples problemas económicos, ha sabido aislarse de lo que ocurría en los despachos y refugiarse en el terreno de juego. Con el tridente Emaná-Rubén Castro-Jorge Molina no ha podido nadie esta temporada. Sus 50 goles han permitido a los andaluces mantener una trayectoria regular. Ni siquiera las lesiones han podido con un histórico que desea celebrar cuanto antes su regreso a la élite. Sin Miguel Lopes y Nacho, el extécnico insular podría repetir con Juanma en el lateral derecho y situar a Isidoro en el izquierdo. Las dudas son Dorado e Iriney, con molestias desde el sábado.

El ejemplo del fracaso es el Tenerife, que rompió el pasado sábado una racha de 11 jornadas sin ganar que ha rematado una temporada en la que ha batido todos los récords negativos de su historia. Ante el Recreativo logró alargar su agonía, pero los blanquiazules saben que su descenso puede ser un hecho esta noche si no logran sumar en el Benito Villamarín. A la distancia entre ambas escuadras se añade una dificultad: la ausencia de Nino. Amaral ha preferido no citar a Natalio o Igor y el canterano Germán podría tener su oportunidad como titular.