Intentar darle una explicación a lo acontecido (mejor dicho, a lo no acontecido) ayer en el terrero Mencey Tegueste resulta relativamente complicado. El Victoria y el Tijarafe Lavandería Mara no comparecieron a la final de la Copa Trofeo Ciudad de La Laguna, manteniendo así su postura discrepante con la designación del lugar donde debía disputar la luchada con la Federación Insular (cuyo presidente, José Luis Martín, junto con parte de la junta directiva, estuvo en el graderío).

Con el reglamento en la mano, teniendo en cuenta que la junta de gobierno del ente federativo aprobó que la final de esta competición se celebrase en el recinto teguestero (previa reunión con todos los equipos de Primera Categoría y tras una votación mayoritaria donde ambos conjuntos estuvieron presentes), tanto el Victoria como el Tijarafe tienen todas las de perder.

De esta forma, confirmada la incomparecencia (tanto en la categoría juvenil como sénior), los árbitros Enrique García y Antonio Miguel Cabrera redactaron las actas correspondiente, por lo que todo queda ahora pendiente de lo que el Comité de Competición decida. Las consecuencias pueden ser serias, cuatro años de inhabilitación para los directivos de los equipos y dos años sin poder participar en las competiciones insulares (probablemente no suceda); pero el verdadero daño no será este. La mala imagen que se deriva de este tipo de situaciones no se puede medir.

A posteriori llegaron los paños calientes. Los equipos, que abogaron desde un primer momento por luchar en el terrero de Punta Brava, ahora se muestran flexibles y admiten que si les hubieran ofrecido otra fecha no habrían tenido problema en luchar en Tegueste. La Insular se muestra receptiva a esta opción, pero afirma que no se lo comunicaron. ¿Falta de entendimiento? Quizás. Sin embargo, los enfrentamientos personales se vislumbran en el telón de fondo.