España intentará mañana, en la final del Europeo sub''21 contra Suiza, conquistar Aarhus dos siglos después de que un par de miles de soldados españoles, bajo mando napoleónico, tuvieran bajo su control la ciudad seis meses.

Al mando del marqués de La Romana, la llamada División del Norte, formada por 15.000 soldados, llegó en marzo de 1808 a Dinamarca para unirse a franceses y belgas y apoyar un ataque a Suecia, aliada de Inglaterra, que acababa de bombardear Copenhague.

Pero lo impidieron la debilidad danesa y la huida de los soldados españoles, que volvieron a su país con ayuda británica al saber de la revuelta contra José Bonaparte.

Para la Dinamarca oficial fueron unos traidores; no para los habitantes de los lugares donde estuvieron acantonados -cuyo contacto con el extranjero era mínimo-, fascinados por el contacto con gentes de idioma, físico y costumbres alejados.

Los documentos escritos de la época revelan que los soldados enseñaron a los daneses a aliñar la ensalada, cocinar con aceite y liar cigarrillos; y los sorprendieron con ropa inadecuada para el frío, la siesta y su amor por la guitarra y la fiesta.

Pese a los problemas de comunicación, los soldados se hicieron pronto populares entre los niños y destacaron por su carácter pacífico y amable, sólo alterado por los continuos enfrentamientos con sus compañeros franceses.

No hay muchos recuerdos físicos de la presencia española en Dinamarca: el más conocido, el incendio involuntario de la fortaleza de Kolding, en el centro de Jutlandia, por el fuego demasiado vivo prendido por los ateridos soldados.

Pero sí quedan huellas que perviven en una parte de Dinamarca, mitos recogidos en la literatura romántica y que han sobrevivido en la memoria colectiva: la imagen del español como una persona alegre, educada y musical, el antepasado perfecto al que recurrir para explicar un temperamento fuerte o rasgos mediterráneos.

Uno de los políticos más populares de Dinamarca, Uffe Ellemann-Jensen, exministro de Exteriores (1982-1993) y expresidente del Partido Liberal Europeo (1995-2000), siempre se ha ufanado públicamente de descender de uno de esos soldados.

Aunque el grueso de las tropas volvió a España y se unió a la lucha por la independencia, tres regimientos, con un total de unos 5.000 soldados, no pudieron escapar: fueron detenidos y enviados a Francia, y de ahí a luchar a Polonia, Italia y Rusia.

Pero algunos se quedaron en Dinamarca, por voluntad propia o por las circunstancias, como Isidoro Panduro, hospitalizado por una rotura en una pierna mientras la tropa huía a España, y que echó raíces: entre sus descendientes están el escritor Leif Panduro y los creadores de una popular cadena de tiendas que lleva su apellido.

En Aarhus, una calle de nombre España ("Spanien", en danés), que transcurre paralela al mar, es la única memoria de aquella corta estancia. El equipo de Luis Milla tendrá la oportunidad mañana de dejar una nueva huella, como hizo la selección absoluta en 2007 en el mismo estadio en un partido de clasificación frente a Dinamarca, el que marcó el nacimiento del "tiki-taka".