ATRAÍDOS una vez más por la gran actividad automovilística que poseía la Villa de La Orotava, volvemos a ella con gran satisfacción. Desde la llegada de los primeros fotingos, La Orotava acogió a los mismos con extraordinaria eficacia, ya que no solo por sus calles circularon los más variados vehículos, sino que también poseyó una gran infraestructura para ayudar en su funcionamiento a todos aquellos fotingos que se averiaran. Por tanto, no nos debe extrañar que en el año 1930 existieran en su casco magníficos establecimientos dedicados a la venta de accesorios para los fotingos, como fueron los de los señores Fernando Hernández y el de Miguel Hernández. Tampoco podían faltar los imprescindibles y necesarios talleres como los del ingeniero Federico Blasendorff, sitos en El Ramal, quienes estaban especializados en la reparación de cualquier tipo de fotingo, así como de toda clase de maquinaria. Para hacernos una idea más amplia de la buena organización de este, basta decir que incluso contaba con el teléfono número 207, todo un lujo y alarde de modernidad para aquella época. El otro taller era el perteneciente al caballero Alberto Münzeumaier, localizado en La Sidrona, que, al igual que su competidor, su actividad era la misma, salvo que en este caso en sus anuncios hacía hincapié en que, además de reparar los camiones AS., tenía a disposición de los propietarios un amplio almacenamiento de piezas de repuestos para ellos. También, el taller del señor Münzeumaier respondía al teléfono número 96.

En la actividad dedicada al transporte de pasajeros debemos resaltar a un empresario de este ramo, el tenaz y emprendedor Salvador Reyes Martín, que con asombrosa laboriosidad y honradez logró formar una admirable flota de vehículos al servicio de sus conciudadanos o visitantes. Aunque su actividad principal fue la de taxis, provistos todos ellos de taxímetros, también ofrecía autos de alquiler. Como negocios suplementarios poseía la representación de las cubiertas Good-Year para esa zona de la isla, pero si el cliente no deseaba desplazarse hasta su negocio bastaba con una llamada al teléfono nº 48.

Este admirado empresario orotavense poseyó para su negocio un Ford de matrícula TF-4166, inscrito el día 22 de junio de 1931. Por tanto, según nuestros datos, es el primer vehículo de lo que más tarde fue una gran flota de los más variados tipos. El señor Reyes Martín no tarda en añadir un nuevo "compañero" el día 20 de junio de 1932, un Ford al que se le asignan las placas de TF-4501. En el año 1933 adquiere dos Ford modelo Y, que quedan señalados en el día 7 de julio con la TF-4937 y TF-4938. La preferencia del señor Reyes por Ford estaba dirigida a que no solo confiaba en la marca, sino que también, como buen transportista, sabía que una flota de la misma marca da más beneficios que perjuicios. En 1934 vuelve a ampliar su ya respetable flota de fotingos con el modernísimo y potente Ford V-8, al que se le señala el día 14 de febrero con la TF-5184. Con esta última incorporación, este ejemplar se convirtió en la estrella indiscutible de su flota y compartiendo trabajo con el Willys TF-5305, último en sumarse. Para el transporte colectivo de pasajeros poseía la guagua Ford TF-5699 con capacidad para veinticinco viajeros.

Curiosamente, el Sr. Reyes abarcaba más modalidades del transporte terrestre y, además del de pasajeros, contaba en su haber con el de mercancía, trabajo que llevaba a efecto gracias el precioso camión Diamond T, que adquirió el día 12 de junio de 1934 y que ostentó las placas de TF-5206, ejemplar al que en 1957 se le sustituyó su ya agotado motor original por uno nuevo de la marca Perkins.

Es una lástima que ninguno de estos ejemplares exista en la actualidad.

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