La reducción de la nueva temporada de la NBA, que comienza el Día de Navidad, a 66 partidos ha obligado a los directivos a establecer un calendario que rompe con la tradición de que todos los equipos jueguen al menos una vez entre ellos, y lo más negativo es que se perderán también duelos históricos.

El cierre laboral de más de cinco meses obligó a la cancelación de decenas de partidos, con lo que por segunda vez en la historia de la NBA no se va a poder disputar una temporada completa. La anterior fue en 1999, cuando sólo se disputaron 50 encuentros.

La experiencia anterior no fue nada positiva y, de hecho, si no se hubiera llegado a un acuerdo para comenzar la competición en Navidad los dueños no habrían aceptado de nuevo una temporada tan reducida como la de 1998-99.

El nuevo calendario para la campaña 2011-12 implica que los equipos visitarán a todos sus oponentes de la misma conferencia, pero sólo viajarán a nueve ciudades del otro lado de la liga, en vez de a quince, como era lo normal.

Lo anterior significa que duelos esperados como la vuelta del alero Carmelo Anthony a Denver para enfrentarse a su exequipo de los Nuggets, donde ahora se encuentra el español Rudy Fernández y el ala-pívot brasileño Nené Hilario, no sucederá esta temporada.

Tampoco en otras ciudades, como Sacramento, podrán ver al alero LeBron James y su compañero de equipo Dwyane Wade, de los Heat de Miami, máximo aspirante a ganar en la Conferencia Este.

Ni tan siquiera en Chicago los aficionados tendrán la oportunidad de disfrutar de un duelo entre los Bulls y los Lakers de Los Ángeles con Kobe Bryant de estrella y la nueva gran figura de la NBA, el base Derrick Rose, como ídolo local.

El comisionado de la NBA, David Stern, en su línea diplomática, reconoció que los efectos que ha generado la reducción del calendario de competición cuando menos van a generar una "dinámica interesante".

La opinión de Stern es que la ausencia de las estrellas con sus respectivos equipos en los mercados pequeños no será bueno en el apartado económico porque tenían asegurado un lleno en el campo, pero para los entrenadores es un alivio ya que tendrán la posibilidad de tener una derrota menos.

Si los Lakers no van a Chicago, los Mavericks, actuales campeones de liga, tampoco viajaran a Charlotte para enfrentarse a los Bobcats, el equipo de Michael Jordan, ni tampoco lo harán los Lakers, los Spurs de San Antonio y los Thunder de Oklahoma City.

Jordan, que había sido uno de los dueños que más defendió el cambio de modelo económico de la NBA para favorecer a los mercados pequeños, va encontrarse con una reducción garantizada en los ingresos que pudieran conseguir por la venta de entradas.

Los dueños de los equipos de la misma división tampoco serán los mismos con el nuevo calendario, y cuando llegue la fase final y haya que decidir algunos pases por el desempate, la quejas de los afectados por esta reducción están también aseguradas.

Pero, sobre todo, la reducción del calendario ha generado el convencimiento para los aficionados de que la calidad del baloncesto que se va a poder ver esta temporada será inferior a la de la pasada, dado que los jugadores no van a tener ni la preparación ni el descanso suficiente entre partidos.

Si los aficionados ya son conscientes de esa realidad, los dueños de las perdidas de ingresos, los entrenadores y jugadores tienen la grave preocupación de las lesiones, que ya han comenzado a darse en los pocos partidos de pretemporada que se han disputado.

Sin embargo, también son conscientes de que de las opciones que le quedaban tras los cinco meses de cierre patronal, la de jugar una temporada reducida a 66 partidos, era la mejor y la única que les quedaba para no perderla por completo.