Una de las expresiones más manidas en el mundo del fútbol es la que dice, sobre el entrenador que trabaja cuestionado, que no llegará a comerse los turrones. Por diferentes razones, la semana pasada la frase se hizo realidad para ocho preparadores de clubes de las tres primeras categorías. En cascada, dos equipos de Primera División, otro par de Segunda A y cuatro de Segunda B experimentaron un cambio en la dirección de sus plantillas.

El parón liguero por las fiestas navideñas es un buen momento para la reflexión. Y más cuando la Copa de Rey amplifica las decepciones. Eso debieron pensar los personalizados consejos de administración del Atlético de Madrid y del Villarreal, que tras ver cómo sus equipos caían eliminados por rivales de Segunda B en el torneo del KO actuaron rápidos, despidiendo a Gregorio Manzano y a Juan Carlos Garrido, respectivamente. Sus sustitutos ya son oficiales: Diego Simeone y Francisco José Molina.

Estos nuevos relevos elevan a cuatro los cambios registrados en Primera esta campaña, ya que antes Mallorca y Racing de Santander los habían protagonizado.

Además, el ascenso de Molina en el Villarreal -entrenaba al segundo equipo- tuvo una consecuencia similar, ya que el conjunto B de los castellonense también cambia de jefe, siendo ahora Julio Velázquez, que dirigía a la plantilla de Tercera División.

Esta modificación en un organigrama de un club de Segunda A no fue la única que se vivió la semana pasada, ya que el colista Cartagena destituyó a Javi López, que era el segundo entrenador que trabajaba con los departamentales esta temporada, iniciada bajo el mando de Paco López.

En Segunda A son seis los cambios de preparador contabilizados hasta el momento, doble en el caso del Cartagena. Antes de la última semana, el Huesca, el Nástic y el Xerez habían optado por esta solución a sus males deportivos. En el caso de los andaluces, la permanencia definitiva de su exjugador Vicente Moreno en el banquillo, perdiendo la condición de eventual, también se hizo oficial en este período sin competición.

Pero la categoría realmente convulsa la pasada semana fue la Segunda División B, en la que por diferentes motivos cuatro clubes se quedaron sin mando. La única noticia de destitución se localizó en el Andorra, equipo turolense del Grupo III que despidió a Pascual Sanz. En el resto fueron los técnicos los que renunciaron a su continuidad y todos en conjuntos que participan en el Grupo IV.

En el Lorca dimitió Benigno Sánchez, ex del Mensajero y del Vecindario; en el CD Badajoz, harto de los impagos y falsas promesas, se despidió Víctor Torres Mestre, mientras que, en La Unión, Vidaña abandonó por discrepancias con la directiva.