EL TENERIFE abrió el pasado domingo expectativas cuya vigencia está sujeta al rendimiento del equipo en las próximas jornadas. Su transformación, patente durante gran parte de los 90 minutos ante el Albacete, ha provocado un giro completo en el ánimo de la afición. Los casi diez mil que fuimos al Estadio hemos abandonado la frustración de la primera vuelta. Estamos ante cuentas nuevas, porque el equipo parece capaz de todo.

El cambio se cimenta, a partes iguales, sobre la aportación del entrenador y sobre la calidad de los refuerzos. Cordero acertó en enero: cuatro de los cinco nuevos (hay que contar a Sicilia) tienen nivel de sobra para ser titulares en casi cualquier equipo de Segunda División A. Su aportación se añade a la de otros que estaban huérfanos del buen funcionamiento colectivo de ahora y que también van sobrados en esta categoría, como Aragoneses, Kitoko o Chechu. Total, que al final Cordero ha cuadrado una alineación con siete u ocho futbolistas que están en Segunda B solo de paso. El tiempo, los 15 partidos que faltan para el final de la Liga regular, dictará si este esfuerzo se ha hecho tarde o si el club ha reaccionado a tiempo para revertir una temporada que llevaba camino del fracaso. Esta vez, después de dos descensos evitables, han abandonado la cabezonería y se han gastado las perras.

La segunda mitad es mérito de un entrenador apasionado, experto y, sobre todo, muy concreto. Nada del otro mundo, pero un entrenador, al fin y al cabo, para adiestrar a un plantel que estaba a la deriva, en manos de un alineador frustrado por su propia incapacidad para construir un equipo competitivo. García Tébar trae su idea: el equipo está más junto, a partir de adelantar la línea defensiva, eso lo ayuda a recuperar la pelota con mayor continuidad, impide que le ataquen tan fácil como antes y le da posibilidad de atacar casi siempre desde la segunda línea, sin tanto pelotazo. El manejo con la pelota abajo lo acerca a su identidad de los años de éxito. Hay orden, estructura, estrategia y recursos, como la zurda de Luismi, para abrir los partidos cerrados.