melilla 72

ub la palma 70

Melilla(21+19+22+10). Joan Riera (5), Salva Arco (14), Eloy Almazán (2), Ridge Mackeither (4) y Kiril Wachsmann (8) -inicial-, Dinma Odiakosa (10), José Antonio Marco (5), Héctor Manzano (15), Marcos Suka-Umu (9) y A. Frutos (0).

UB La Palma(24+13+19+14). Fabio Santana (0), Ewuod Kloos (2), Román Martínez (17), Antonio Peña (13) y Luke Sikma (3) -inicial-, Christian Díaz (7), Joaquín Bonhome (11), Sebas Arrocha (2), Alejandro López (0), Samuel Domínguez (2) y Roeland Schaftenaar (13).

ÁrbitrosGermán Morales y Enrique López.

Parciales21-24, 40-37, 62-56 y 72-70.

IncidenciasPabellón Javier Imbroda. Unos 800 espectadores.

El UB La Palma desperdició una gran oportunidad para seguir luchando por la segunda plaza de la clasificación de la Adecco Oro tras caer a domicilio frente al Melilla por 72-70.

Los primeros minutos del choque estuvieron protagonizados por las grandes defensas de ambas escuadras. Melillenses y palmeros se enfrascaron en un duelo táctico que prohibía las canastas. Así, tras varios minutos, los locales inauguraron el marcador, pero fue el equipo de Carlos Frade el que tomaría las riendas del choque. Peña y Martínez eran los mejores argumentos de un quinteto palmero que contrarrestaba las embestidas de Arco (11-15). A pesar del buen hacer local, la profunda rotación palmera permitió a los blanquiazules terminar el primer cuarto por delante. Schaftenaar era el centro de las jugadas (21-24).

En el segundo cuarto, los canarios se despegaban muy despacio en el marcador con una canasta de Díaz (23-29). Arco era el más entonado, pero Odiakosa y Suka-Umu se sumaron al poderío de un equipo norteafricano que recibió al descanso por delante en el electrónico (40-37).

Los melillenses apelaban a la fuerza de su juego interior, personalizada en Odiakosa y Wachsmann, para contener a un cuadro blanquiazul que tenía al tiro exterior como su mejor arma. La igualdad era la nota dominante en un cuarto que, no obstante, desequilibró Héctor Manzano en los últimos segundos (62-56).

En los restantes diez minutos, las defensas volvieron a hacer estragos. El marcador se movía como un reloj de arena y ninguno conseguía despegar al otro.