Félix Izquierdo Noda nace en Santa Cruz de Tenerife, allá por el año 1929, en la conocida calle de La Noria de la capital tinerfeña. Por aquella época, de grandes avatares, de hambre y penurias, pues la comida era escasa y se estaba en conflictos bélicos, hay que tener en cuenta que el crack de la Bolsa de Nueva York había sucedido dos años antes de su nacimiento y que ello dio origen al hambre en todo el mundo desarrollado.

Pues bien, ya convertido en un muchacho de apenas ocho o nueve años, comenzó a buscarse la vida por los muelles de Santa Cruz, y he aquí que, como jovencito de apenas trece o catorce años, comenzó a trabajar no como empleado fijo, sino como meritorio en Hamilton y Cía. También estuvo en las cercanías de los barcos pesqueros japoneses, donde se metía a ayudar a los cocineros, etc., con lo que, aparte de comer y llevar algo para la casa, aprendió las artes de la cocina, que luego le merecieron tomar el cargo de cocinero de diversos barcos de bandera japonesa, china y coreana.

Pero no es en esta historia en la que quiero entrar exactamente, aunque es inseparable de su vida, sino en el germen del pugilismo tinerfeño.

Abajo, en unos almacenes donde se guardaban maquinarias y mercancías propias del muelle, y mediante quien nos contrae, comentaba que los muchachos y compañeros de la época decidieron fabricarse un rin para empezar a entrenarse y combatir entre ellos. La Federación Tinerfeña de Boxeo aún no existía, y así empezaron los combates en el muelle, donde la gente, propiamente los trabajadores de este, hacían unas bolsas para el ganador y no de dinero, sino de comida y alguna perrilla chica.

Transcurrido el tiempo y viendo Félix Izquierdo que en esta isla no había futuro alguno, sino "porca miseria", intentó, y de hecho al final lo consiguió, huir de aquí como polizón hacia Venezuela. Fue devuelto dos o tres veces, no lo recuerdo, porque esto son recuerdos de conversaciones que he mantenido con él. Pero al final, y resultando que el jefe de máquinas de un mercante que Hamilton y Cía. tenía consignado se puso muy malito, enviaron a cuatro hombres a buscarlo, entre los que estaba Félix Izquierdo, que aprovechó la ocasión y se escondió en el buque, dándose el piro para Venezuela, donde también trabajó en tareas marineras y otros menesteres. Además, profundizó en el pugilismo (decir aquí que ya desde antes de irse de la isla de una terna de doce boxeadores fue campeón de España de los ligeros, y que los combates en esa época se celebraban en un solar de la trasera del edificio Olimpo).

Continuando con su etapa venezolana, allí se le conocía como "el tigre de Maracaibo", donde ganó muchísimos combates, dejando muy alto el pabellón del pugilismo isleño. Más tarde vivió por un periodo de diez años en Nueva York, concretamente en Manhatan, siguiendo con su actividad marinera, obteniendo títulos como patrón de pesca y otros y peleando en los combates que allí se celebraban, acabando también por combatir en Las Vegas, donde ganó cuantiosos combates y buenas bolsas.

Este pequeño tributo que le hago en la página de EL DÍA no es sino por los merecimientos que este gran y buen hombre se merece por haber dejado nuestro boxeo insular a niveles que pocos hombres han logrado alcanzar. Hacer también aquí mención de su vocación carnavalera y su participación en la Agrupación Teiderife y otras, que dieron lugar a comparsas como Los Rumberos, otra faceta de Félix Izquierdo que tenemos que agradecer.