El suizo Roger Federer y el checo Tomas Berdych, campeón y finalista respectivamente, de la undécima edición del Masters 1.000 de Madrid, prometieron regresar el próximo año y con esa frase se quedó el promotor y propietario del torneo, el rumano Ion Tiriac.

La apuesta para el 2013 del torneo madrileño pasa ahora por dos revisiones. La de la ATP, que tras evaluar todo lo que ha pasado durante la semana, con la opinión de los jugadores/as, decidirá si el color de las pistas continuará siendo azul un año más, y esa es la más importante.

La otra es la postura que adoptarán los que han anunciado que no regresarían, si no se vuelve al color tradicional de la tierra, como el español Rafael Nadal y el serbio Novak Djokovic, los más reticentes y los que marcan opinión.

Mientras que "Nole" califica de vuelta al paraíso su regreso a la arcilla del Foro Itálico, Tiriac mantiene su postura de que el tenis sigue y los jugadores pasan, y de que un torneo no se hace para un solo jugador, tensando la cuerda.

Se ha hecho fuerte el rumano, a pesar de las críticas que ha recibido esta semana, incluso con los pitidos que el público le han dedicado en las dos entregas de premios. Dice que es demasiado viejo ya para ofenderse por esas afrentas, y pide disponer de más días para preparar las canchas.

"Si tuviéramos un ''challenger'' en septiembre, se podría comprobar que las pistas azules estarían al nivel de las rojas", dijo el domingo, después de asegurar que los operarios habían trabajado "como perros" para acondicionarlas.

El millonario promotor tiene firmado que el torneo continúe en la Caja Mágica hasta el 2021, y frente a las adversidades ha encontrado en el suizo Federer su mejor aliado, el jugador emblema y su estandarte, a pesar de que el que le vende el taquillaje es sin duda Nadal.

Ganar tres veces en Madrid como ha hecho el de Basilea, tras seis semanas de vacaciones y descanso, le proporciona un plus de confianza para ir a París en dos semanas relajado y con el número dos en la espalda.

Curiosamente, Federer siempre gana en Madrid cada tres años, y cuando lo hizo por última vez en el 2009 se alzó luego con la corona del Abierto de Francia. Algo que Tiriac ha olvidado utilizar a su favor frente a tanto debate.

En la capital española, Federer se siente como en casa, al igual que la estadounidense Serena Williams (ambos con 30 años), que declaró su amor a Madrid sin ningún tipo de complejos, que bailó en la pista tras ganar el título y que fue la que cerró las quejas del torneo con una frase para la historia al tachar a los jugadores quejicas de flojitos.

"Las mujeres somos más fuertes que los hombres, por eso tenemos bebés, solo hacemos lo que podemos, nos adaptamos y no nos quejamos tanto, no somos unos flojitos como los chicos", dijo en tono de broma, pero lanzando el dardo acusador.

Mientras, los organizadores del torneo de Roma se frotan las manos. Tienen ya en casa a los mejores suspirando por la tierra roja que les encamina hacia París. Pero también afrontan el reto que la capital española les ha dejado: solo un lesionado, el ruso Igor Andreev, a pesar de que las pistas motivaron más de un susto a casi todos.

Djokovic, por ejemplo, advirtió que no quería poner en peligro sus músculos de nuevo con lo que se le avecina, una temporada cargada hasta septiembre, con los JJ.OO. de Londres justo antes del Abierto de Estados Unidos.