El Villarreal firmó un descenso "terrorífico" e inesperado que se concretó con el guión más truculento en los compases finales del último partido de una temporada que en el equipo inició en la Liga de Campeones y concluyó en Segunda División.

El equipo castellonense puso fin con la derrota ante el Atlético de Madrid (0-1) y la victoria del Rayo Vallecano ante el Granada (1-0) a un año en el que se han junto los errores con las desgracias, en especial con los goles recibidos en los últimos minutos y las numerosas lesiones de jugadores clave.

A ello se unió la pérdida de identidad en el juego de un equipo que ha tenido tres técnicos a lo largo de la campaña: Juan Carlos Garrido, José Francisco Molina y Miguel Ángel Lotina.

Curiosamente, el Villarreal se suma a la lista de equipos que descienden en una temporada que había comenzado con la participación en la Liga de Campeones.

Como si de una película de terror se tratara, el Villarreal se marcha a Segunda División con un descenso marcado, entre otros motivos, por los catorce puntos que el equipo ha dejado escapar en los últimos minutos de diferentes partidos.

Prueba de ello es triunfo del Atlético de Madrid el domingo en El Madrigal, la derrota en condiciones similares de una semana antes en Mestalla y también lo ocurrido en otros campos como ha pasado con el gol del Rayo ante el Granada, que también llegó con el tiempo casi acabado. La conjunción entre su derrota y la victoria del Rayo propició el desastre.

En lo deportivo, el Villarreal ha acusado sobremanera dos bajas muy importantes. La primera ha sido la del delantero italiano Giuseppe Rossi, quien con dos graves lesiones de rodilla ha dejado a su equipo huérfano de gol.

A esta se ha sumado la venta de un jugador como Santi Cazorla al Málaga, quien sin duda era un referente claro para este equipo, además de la escasa aportación del brasileño Nilmar.

Otra de las causas destacadas para que un conjunto como este se haya ido a Segunda ha sido la participación en la Liga de Campeones, en la que el Villarreal quedó encuadrado en el "grupo de la muerte" con el Bayern de Múnich, Nápoles y Manchester City y perdió los seis partidos que jugó.

Además, el equipo se ha mostrado muy débil en defensa y con muy poca pegada en ataque, sin mostrar un buen nivel en el campo a pesar de contar con una plantilla repleta de internacionales, con jugadores de la experiencia de Bruno Soriano, Carlos Marchena, Borja Valero, Diego López, Nilmar o Marcos Senna, entre otros.

Además ha sido una temporada en la que desde el principio el equipo no ha rendido al nivel esperado. Ello ya propició la salida de Juan Carlos Garrido, tras dieciséis jornadas y con tan sólo quince puntos, algo que se repitió con José Francisco Molina, que en doce jornadas sumó once.

Entre ambos lograron tan sólo el 31 por ciento de los puntos y aunque con Miguel Ángel Lotina el equipo sumó el cuarenta por ciento, no ha sido suficiente para lograr el objetivo.

Fichajes como los de Javier Camuñas, Cristian Zapata o Jonathan de Guzmán no han aportado casi nada a pesar del elevado desembolso realizado para afrontar una campaña en la que el equipo ha estado cinco jornadas en posiciones de descenso, una de ellas la última.

La incapacidad para resolver partidos con una clara ventaja en el marcador o para superar a rivales que poco o nada se jugaban también ha sido determinantes

Este descenso supone a su vez un duro golpe para la cantera, ya que arrastra al Villarreal B a la Segunda División B del fútbol español y abre una situación difícil en el ámbito económico, pues deja al equipo con pocas opciones de mantener a un buen grupo de jugadores con una ficha alta y que podrían salir del club.