El Tenerife se encontró ayer con un equipo que es mejor y perdió. El grado de dificultad en el "play off" ha ido creciendo hasta alcanzar con la Ponferradina un nivel al que los de Quique Medina no llegan. Ni siquiera con el impulso de una afición verdaderamente impresionante, magnífica, incansable... Es verdad que en este juego no siempre gana el mejor, pero ayer, además, la Ponferradina tuvo de su parte la ayuda de un árbitro que mortificó al Tenerife. Lo cosió a tarjetas en la primera parte (4 amarillas y una roja en el banquillo), le señaló un rosario de faltas que le impidieron coger ritmo y lo privó de un claro penalti por derribo a Kike López. ¿Qué hubiera pasado si lo pita? Pues probablemente se habría dado la vuelta a un decorado que pintó negro desde el saque inicial. El conjunto de Claudio Barragán impuso su táctica: jugó con la defensa adelantada, puso la pelota en largo hacia la zona de ataque donde sus dos delanteros altos (Máyor y Yuri) ganaron la recepción y dejaron el balón en condiciones a la segunda línea que jugó de cara contra la defensa local, sobre todo Acorán, un jugón de categoría. De esta manera, aunque no generó peligro claro, la "Ponfe" obligó al Tenerife a defender muy atrás. Los de Quique no pudieron ejecutar su plan, porque no encontraron referencias para presionar más arriba. La única salida al ataque de los locales era, bien a través de su conexión con Aridane, que cayó a zonas descubiertas a intentar recibir o bien enganchando por la zona de Chechu, que fue el mejor en la primera parte. Total, que el partido llegó al descanso en medio de un decorado brillante pero vacío de contenido. Orlando solo intervino en un tiro tibio de Chechu (21'') y en un centro chut del mismo jugador que repelió la escuadra (33''). Sergio ni siquiera tuvo que parar, aunque Isaías rozó el gol en el lanzamiento de una falta (6''). Ocasiones no hubo, salvo la de Perona, que se aprovechó de una mala cesión y casi supera a Orlando (42''). Pero la situación al descanso no había empeorado. El Tenerife había cubierto su necesidad básica, no encajar un gol para seguir con vida.

Pésima salida.- La concentración defensiva del primer tiempo se evaporó de salida en la continuación. En el primer minuto "cantó" Tarantino, se fue solo Máyor y Sicilia lo derribó. El árbitro perdonó al capitán, pero no debió quedarse muy tranquilo porque tres minutos después, una pared de Acorán acabó con su caída en el área por una acción discutida de Kitoko. Gil Coscolla lo cobró todo junto: penalti y tarjeta roja. Marcó Yuri y dejó al Tenerife tieso. El equipo local pareció desconectar. Quique sacó del campo a Sergio Rodríguez, metió a Luismi Loro (7'') y cerró con tres. Poco más tarde (10'') dio entrada a Kiko "Ratón" por Aridane en una lógica interpretación de que su equipo necesitaba ya a un nueve en el área. Pero cuatro minutos después, en el 14, sentenció la Ponferradina cuando Dídac ejecutó una contra en la que, otra vez, Yuri ganó el balón en zona intermedia y lo puso en bandeja a su compañero. Los espacios se agrandaron.

Duro castigo.- Faltaban 31 minutos para el final, el público que decidió quedarse tomó asiento y soportó el calor y la exhibición indolente de los visitantes, que pudieron hacer una goleada de escándalo. La Ponferradina se recreó en sus contragolpes, ante un rival que ya no estaba. En el 64 perdonó Yuri, que encaró a Sergio y tiró fuera; en el 67 fue Acorán el que se plantó con todo a favor dentro del área y remató contra un poste y en el 76 le tocó el turno a Fofo, que entró también por la derecha y cuando encaró a Sergio decidió tirar y disparó fuera.

Sobró la última media hora, que se hizo interminable. Un castigo que escenificó la corta distancia, de tiempo y de sustancia, que hay entre la alegría y la tristeza en el fútbol. La imagen del Estadio comparada al principio y al final no parecen del mismo día, ni siquiera de la misma temporada.

Claudio Barragán hizo de sus cambios un trámite, quitó a Acorán a quien sus paisanos despidieron con un sonoro abucheo que llevaba su carga de envidia sana. ¡Qué jugadorazo! Y el gol de Kiko "Ratón" puso el broche a una temporada que terminó tal como había transcurrido. El Tenerife nunca dio garantías, nadó a duras penas con el aliento de su gran afición hasta que se encontró con un buen equipo, que ha terminado por ponerlo en su sitio. Quien mal anda, mal acaba.