A punto de cumplirse la medianoche, Ewald Lienen accede a la sala de prensa del estadio de La Rosaleda. El sustituto de Jupp Heynckes, que se ha tenido que quedar en Tenerife aquejado de una gastroenteritis, atiende a los medios de comunicación tras la disputa del partido de ida de la segunda ronda de la Copa del Rey. Los blanquiazules, que militan en Primera, acaban de imponerse (1-2) al Vélez Málaga, un modesto rival de la Segunda B. "Las diferencias no son tantas. Y el Vélez lo ha demostrado con su esfuerzo y su juego. En estos encuentros, lo más importante es ganar", señala.

Lo que seguro que no pasaba por su cabeza, aquella noche del 25 de octubre de 1995, es que esa victoria iba a ser la última que lograra el Tenerife fuera del Heliodoro Rodríguez, dentro del torneo citado, durante los diecisiete años siguientes. Desde entonces, el representativo no ha vuelto a ganar un partido de Copa en terreno ajeno, lo que constituye un reto añadido en la visita de este miércoles a Alcoy, donde ya jugó otras cuatro veces, en el campeonato de Liga, con un balance de dos empates y dos derrotas.

La entidad de este Alcoyano parece superior a la de aquel Vélez Málaga que, entrenado por Pepe Escalante, no pudo usar su campo de Vivar Téllez porque la superficie del modesto recinto era de tierra. Y como el Tenerife no estaba por labor de jugar en ese tipo de cancha, terminó por acogerse a la reglamentación y forzó que se utilizara un espacio con mejores prestaciones, caso del estadio de la capital malagueña.

Ante unos 6.000 espectadores, el representativo se alineó en La Rosaleda con Buljubasic; Hapal, Alexis, César Gómez, Llorente; Vivar, Chano, Felipe, Conte; Pinilla y Víctor, a los que se unieron Pizzi, Aguilera y Toni. Tras un primer periodo sin goles, Pizzi y Víctor adelantaron al Tenerife, aunque Berruezo redujo la diferencia en el 93. A la vuelta, el resultado favoreció al equipo isleño de manera escandalosa (8-0), con tantos de Pinilla (2), Víctor (3), Mata y Pizzi (2), que ha sido el triunfo más holgado en los 229 partidos disputados en esta competición.

No obstante, esta racha infame lejos del estadio capitalino -17 años sin ganar a domicilio- no impidió que el Tenerife alcanzara los cuartos de final en la citada campaña 95-96, cuando fue apeado de la competición por el Atlético de Madrid, y los octavos de final en otros dos cursos: 1996-97 y 2000-01, en los que Betis y Mallorca, respectivamente, se encargaron de dejarlo fuera.

Otra cosa bien distinta es la repercusión que ha tenido en el tinerfeñismo una carga tan negativa, sobre todo a la hora de identificar el torneo de Copa como algo ajeno a sus intereses. Porque cuatro empates y 13 derrotas en 17 partidos es un balance que lo dice todo sobre la nulidad a domicilio, con el agravante de que varios de los rivales militaban en la Liga dos categorías por debajo: Levante (95-96), San Sebastián y Benidorm (98-99) y Lanzarote (01-02).