TAXI es, sin lugar a dudas, la palabras más internacional de todas cuantas se usan relacionadas directamente con el automóvil o el transporte de pasajeros. Su origen, como casi todas ellas, proviene del griego, y quiere decir ''medición de tasa'', de donde también toma su nombre el popular "taxímetro".

En nuestra isla, el servicio público de pasajeros es tan antiguo como la llegada del primer fotingo, ya que en 1902 quedó establecido un servicio de guaguas de corta duración de funcionamiento, pero el suficiente como para sentar ya el precedente de lo que años más tarde sería el servicio de taxis y guaguas.

Desde el mismo instante que el servicio público individual se consolidó en nuestra isla, esta profesión se convirtió casi en una empresa y los distintos propietarios se anunciaban con mucha frecuencia en los mejores medios de comunicación para promocionar sus servicios y hacer resaltar que poseían un vehículo de inmejorables condiciones y comodidades para el traslado a cualquier punto de la ciudad o de la isla. Algunos de estos empresarios incluso disponían conjuntamente de taxis y guaguas, tal es el caso del señor Francisco Alfonso, que, establecido en la calle La Marina, 8, y teléfono 457, atendía a sus clientes y turistas que arribaban a nuestra isla.

En los años 30 la expansión del taxi fue bastante considerable, y es así como comienzan a hacer acto de presencia destacados y famosos empresarios que poseían una respetable flota de fotingos, encontrándose en esta clasificación el señor Damián Lara, dueño de nada más y nada menos que de siete unidades dispuestas a todo y para todos. Hasta ahora hemos visto que los taxis chicharreros prestaban servicio público a los habitantes de Santa Cruz, pero no es así, ya que muchos organismos oficiales recurrían a sus servicios, e incluso el Ayuntamiento tenía, por medio de un contrato, del 24 de agosto de 1938, un acuerdo con el señor Juan Pérez Corona, quien prestaba sus servicios bajo la cantidad de mil pesetas mensuales y el pago de la gasolina por cuenta del ayuntamiento.

En los años 50 el servicio público de taxis estaba muy bien organizado, siendo estas anualidades las que sentarían el principio de la modernidad en los mismos. El día 3 de noviembre de 1951, se llevaba al pleno municipal la necesidad de aumentar las tarifas de los taxis, pero dada la trascendencia del tema se acordó que quede sobre la mesa hasta que no se amplíen datos que se creen que son indispensables para su resolución.

Finalmente, tras un dictamen de la Comisión de Tráfico se autorizó una elevación de las tarifas en la cantidad de una peseta por cada recorrido, pero lo más importante de esta sesión fue el plazo señalado para que todos los taxis fueran dotados del aparato contador correspondiente, lo que viene a llamarse taxímetro.

Para aquel usuario que por mala suerte no encontraba un taxi libre circulando, el ayuntamiento había establecido de modo estratégico en las principales calles y plazas de nuestra ciudad paradas. La lista la componían veintidós paradas que, señaladas con la letra de la A la Z, garantizaban que ningún usuario se quedara sin su taxi. Por ese motivo, los antiguos taxis, aquellos pintados de negro y franja roja, llevaban en la parte delantera derecha de su parabrisas una gran letra en blanco que indicaba a qué parada pertenecía. El día 9 de marzo de 1951, el ayuntamiento vuelve a dictar nuevas normativas para un mejor servicio público del taxi, quedando establecido y dando tres meses de plazo a los propietarios para que instalen en sus vehículos la "luz verde", que debe estar colocada en la parte alta del parabrisas del lado izquierdo. Con todos estos adelantos, el usuario y el taxista decían adiós a la socorrida tablilla de tarifas que estuvo muchos años en vigor y que una de ellas ilustra este artículo.

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