Julio Ruíz

Al escuchar a Domingo Álvarez (S/C de Tenerife, 1964) contar cómo ha sido su vida vinculada al periodismo, especialmente a la radio, es fácil entender por qué cree en el destino. Debió estar escrito en algún sitio que aquel niño que le narraba a su padre los partidos de fútbol que veían juntos por la televisión, con un bolígrafo a modo de micrófono, acabaría relatándonos a todos éxitos como el oro de España en el Mundial de baloncesto de 2006.

¿Cómo se dio cuenta de que lo suyo era la radio?

Iba al estadio con un transistor "pegado" a la oreja. Solía ir con tres compañeros del equipo de balonmano en el que jugaba (La Salle). Nos sentábamos en Herradura, transmitíamos los partidos y los grabábamos. Teníamos 14 años.

¿Qué emisoras escuchaba? ¿A quién admiraba?

Escuchaba los partidos en Radio Juventud, Radio Popular o Radio Club. Los maestros eran César Fernández, Salvador García, Juan Hernández, Manuel Negrín... Xuancar comenzaba a ser una referencia. Coincidió cuando empecé yo. El 1 de diciembre de 2013 se cumplirán 32 años desde que pisé por primera vez una emisora de radio.

¿Cómo le llegó esa primera vez?

Tras el verano de 1980 escuché una cuña en Radio Juventud en la que se convocaba un curso de radio. En aquel curso destaqué porque no hablé. Cuando acabó la clase, en la que no me presté voluntario a nada ni hice ninguna prueba por timidez, Juan Hernández me preguntó por qué había ido. Quiso saber qué me gustaba y le dije que me encantaba el fútbol. Y me comentó: "La radio es de los tímidos. ¿Te atreverías a narrar un partido imaginario?" Y acepté. Fue un Tenerife-Recreativo de Copa. Juan empezó y me dio paso. Le gustó y a la semana siguiente fui con él a transmitir un Tenerife-Barakaldo de verdad.

¿Qué pasos siguió tras introducirse en la profesión?

Había un programa que se llamaba Grupo XDC. Lo llevaba Manuel Negrín, y Juan Hernández y Tomás Correa eran las cabezas visibles. Pronto empecé a meterme en esa dinámica de transmitir y pude debutar fuera, en Las Gaunas; por supuesto, sin recibir ni un céntimo. Entonces hubo una época de crisis en la radio pública y despidieron a todos los colaboradores. Y sin embargo, aunque ya se había destruido el Grupo XDC, me ofrecieron seguir. Luego, Radio Juventud se transformó en Radio Cadena. Cuando llegó a la dirección Miguel González Santos me ofreció la jefatura de deportes. Así empecé a cobrar mi primer sueldo, lo que serían ahora unos 360. A partir de ahí, Paco Padrón, Xuancar y José Antonio Pérez mostraron muchísimo interés por llevarme a Radio Club. Me llamaron dos veces y en ambas Radio Cadena me subió el sueldo. Le estoy muy agradecido a Paco Padrón. Me daba lo que quisiera, pero aposté por seguir en Radio Cadena. Y no me salió mal.

¿Existía mucha competencia entre los programas?

Era la época dorada de Xuancar. Luego irrumpió Juan Carlos Castañeda. Fueron años de gran competencia. Aún así me resulta muy grato decir que siempre tuve una excelente relación con los dos. Viajábamos para transmitir los partidos del Tenerife y se formó un grupo muy simpático.

También probó en esos años la prensa escrita...

Sí, en Jornada Deportiva. Fue una experiencia fantástica. Fue algo que me cautivó. Me encantaba escribir y las grandes disputas eran porque lo hacía más de la cuenta. En esa Casa me ayudaron mucho Pepe Méndez, Juan Quintana, Ventura González, Agustín Arias, Juan Galarza... Me especialicé en balonmano, y como era entrenador lo disfruté mucho. Fue el auge del Tenerife Tres de Mayo.

Y finalmente se consolida en Radio Nacional...

En Radio Cadena se hacía un programa llamado Punto a Punto. Se le daba más importancia al baloncesto que al fútbol. Ahí empecé a hacer mis pinitos con más frecuencia a nivel nacional. Ya en 1984, Mari Carmen Izquierdo se fijó en mí siendo jefa de deportes de Radio Cadena. Me llevó a Madrid para que me uniera a la redacción. Empecé a transmitir partidos, algunos de la fase de clasificación para el Europeo de la selección española. Pero volví a la Isla. En 1986 me ocupé de la sede de Tenerife del Mundobasket. Luego, mi primera aparición a nivel internacional se produjo en 1989, cuando se fusionó Radio Cadena con Radio Nacional. La persona que llevaba los deportes en Radio Cadena era Quintín Rodríguez y la de Radio Nacional, Juan Manuel Gozalo. En el afán de buscar un equilibrio en el reparto de enviados especiales, Gozalo llamó a Quintín para organizar el Eurobasket de Zagreb (1989) y este le pidió que me llevara a mí. Juan Manuel no sabía quién era yo y le preguntó si no tenía a alguien más cercano. Quintín le insistió: "Llévate al de Tenerife, no te va a defraudar". Trabajamos juntos en Zagreb y la experiencia fue inolvidable pese al nerviosismo de ser la primera vez. Me sentí muy a gusto, le agradé a Gozalo y según terminó todo me anunció que iba a ir al Mundial de Argentina. Ahí me consolidé. Al volver, Gozalo me auguró una larga estancia en el equipo de transmisiones.

¿Su acento llegó a resultarle un problema?

Siempre mantuve mi acento canario y presumo de ello. Ha sido innegociable. Al final, la gente asocia que la persona que lleva el baloncesto en RNE es un tinerfeño.

¿Ha seguido sintiendo el cosquilleo del debut?

La clave está en eso. El que piense que viajar al extranjero es hacer turismo, no lo ha vivido. El nivel de estrés es brutal. En el Mundial de Japón fui solo e hice de técnico. Y ahora que lo cito, estuve 48 horas sin dormir. España jugó la final por la tarde y empecé a hacer conexiones desde primera hora del día. Al terminar cubrí la fiesta de la selección. De ahí me fui al hotel y luego al aeropuerto. Cogí el vuelo y en Madrid hice la celebración. Fue bestial. En un campeonato así trabajas un mínimo de 16 horas.

¿Llega a conocer las ciudades a las que va?

Buscas un hueco. Un Mundial de fútbol es más sosegado. Por ejemplo, en el de Japón y Corea estuve 50 días. Fue mi viaje más largo. Estuve un mes solo siguiendo a selecciones como Argentina y Brasil. Me ayudó Azkargorta, que había entrenado al Yokohama. Le pedí que me situara.

Deben ser pruebas de convivencia, no solo de trabajo...

Y de soledad. En Japón tienes el problema del idioma. Estuve mucho tiempo solo y toda la responsabilidad fue mía. Tuve que tomar decisiones y pasé mucho tiempo de trabajo y de preparativos en la más estricta soledad.

¿Se hacen muchas amistades en estas concentraciones?

Más que eso, diría que conoces gente. Esa parte sí es gratificante. Hay buen rollo en el periodismo internacional.

¿Ha llegado a sentir que no quería volver a casa?

A la vuelta de Barcelona 92 sufrí una ataque de nostalgia. RNE se volcó y batimos el récord de trabajar. Dormía solo cuatro horas. Al estar dentro de esa vorágine, cuando volví a Tenerife noté que me faltaba algo. Luego, a medida que te vas haciendo mayor y vas formando una familia siempre tienes ganas de regresar a casa, pero el trabajo te envuelve en una dinámica que es muy difícil de explicar porque te lo pasas bien. Me ha tocado la mejor época del baloncesto y transmitirlo fue una maravilla; lo disfruto y me vengo arriba. Juan Hernández me definió como la persona que solo habla cuando tiene un micrófono delante. Y es verdad. Soy muy tranquilo y puedo estar en el más estricto silencio; pero no por concentración, sino porque soy así. En Londres me grabaron los compañeros de la BBC por ese motivo. Estoy en estado de reposo y, de repente, me dan paso y ya es el éxtasis: empiezo con mis gestos, mis gritos, a disfrutar... Transmitir es lo mejor que me ha sucedido en la vida, me lo paso siempre de escándalo.

¿Esa manera de contar lo que pasa es innata?

No se fabrica. Tengo un sentido de la responsabilidad muy afinado. No puedo permitirme la licencia de que me falle la voz o de no estar fresco. Jamás hago salidas nocturnas en eventos internacionales, porque para transmitir tiene que haber una fuente de inspiración permanente para contar lo que ves, pero de forma alegre, distinta, dinámica, ingeniosa...

¿Con qué se queda de todo lo vivido?

Sobre todo, con la amistad y con la complicidad de los compañeros y de los jefes, y con lo bien que lo hemos pasado trabajando. Pero mis momentos de máximo júbilo los asocio a la época dorada de la selección de baloncesto: los oros y las finales olímpicas. También están Barcelona 92, por haber sido mis primeros Juegos, o la transmisión con Chema Abad de la final del Mundial de fútbol de Francia 98.

¿Recuerda alguna anécdota desagradable?

En Atlanta viví un atentado. Fueron mo-mentos de tensión porque cubrí la información en primera línea. La policía hizo una carga para eliminar la presencia de periodistas y yo era uno de ellos. Nos cachearon de una forma brutal y no nos permitían acceder al Centro Internacional de Prensa. Para colmo, tuvimos la desgracia de que nos olvidamos de la llave y tuvimos que saltar por los conductos del aire acondicionado.

Y ahora, ¿qué nuevo destino le aguarda?

He tenido diez jefes de deportes a nivel nacional y todos han contado conmigo. Algo habrán visto, pero siempre los tienes que convencer con tu trabajo. Me halaga que hayan resaltado unos valores profesionales, pero también personales. Siempre me han definido como una persona que hace equipo y eso es vital, porque cuando viajas con un grupo hay una convivencia en un clima de estrés enorme. Al regresar de un viaje siempre digo que no sé si volveré, entre otras cosas porque estoy muy agradecido por lo mucho que he vivido. Es difícil mantenerte en la pomada estando en Tenerife, y como muchas veces me ofrecieron irme a Madrid y no quise, mis jefes lo han tenido fácil para dejarme fuera.

¿Por qué no aceptó nunca dar el paso hacia la capital?

Por la Isla, por la familia... Además, me concedieron el privilegio de contar conmigo aunque no resida en Madrid. No soy una persona ambiciosa, soy feliz con lo que tengo.

¿Qué opina del presente y el futuro del periodismo?

Me gusta lo que oigo y me gusta la gente joven. Lo único que hay que pedirle es prudencia y humildad, porque no se crece a base de casualidad, de codazos o de pasar por encima de nadie, sino avanzando poco a poco. Al final cada uno termina en su sitio. En cuanto al futuro, soy optimista y creo mucho en el destino. Los medios de comunicación están en crisis y buscar un futuro es difícil. Y es una pena, porque sé que muchos jóvenes lo llevan en la sangre. Tengo claro que el periodista nace y después se hace. Soy una persona muy privilegiada porque mi profesión es mi afición.

¿En qué situación está RNE en Canarias, de la que fue director durante cuatro años hasta el mes pasado?

Desde el 1 de octubre desapareció la dirección de Radio Nacional en todas las comunidades autónomas. Ahora hay una dirección única que es de Radio Televisión Española. Cuando llegué a la dirección de RNE en Canarias establecí unos objetivos exigentes, el equipo respondió de manera excepcional y RNE se colocó segunda en Canarias. Y lo que pide la plantilla es que no se diluya con esta fusión, sino que siga teniendo protagonismo. En cuanto a mí, no tengo ninguna queja por hacer mi cometido de siempre en Canarias, porque es lo que hice en los últimos 32 años. También me han propuesto hacer cosas en TVE. Y una vez más, Madrid se ha portado muy bien. Me han ofrecido estar en el grupo directivo nacional y Chema Abad quiere que vaya los fines de semana. Pero hay algo que no hice antes y tampoco haré ahora. Domingo Álvarez siempre estará en un segundo plano. Lo que me preocupa ahora es RNE.

"Nunca he tenido un ''no'' de Pau Gasol"


Domingo Álvarez
siente una especial debilidad por la "Generación del 80" de baloncesto, no solo por los triunfos logrados en las últimas competiciones internacionales, sino por la calidad humana de sus componentes. El periodista tinerfeño asegura que trabajar con jugadores del prestigio de Juan Carlos Navarro o Pau Gasol es "muy fácil", nada que ver con lo que se ha encontrado al tratar de entrevistar a estrellas del fútbol de selecciones extranjeras. "En fútbol es un sufrimiento coger a los jugadores más mediáticos si no tienes la exclusiva. Por ejemplo, con Brasil colgaban micrófonos en cañas de pescar para poder llegar a los corros que se formaban alrededor de los futbolistas. En cambio, en baloncesto es distinto. La FEB trabaja de fábula y hay complicidad con los jugadores. El mejor ejemplo es Pau Gasol. Jamás vi un gesto feo suyo ni de otro compañero. Nunca tuve un ''no'' de Pau".