Se despide el año con lluvia como debe ser y hasta con viento, como no debe ser, pero a ver quién es capaz de ponerle el cascabel a Eolo cuando se enfurece o al padre Zeus cuando abre los imbornales de los cielos para inundar de vida nuestros campos y las autopistas de embotellamientos y frenazos por imprudencia temeraria. Y es que por mojarse se han mojado hasta los "papanoeles" que trepan por ventanas y balcones, y los pobres pastores del belén se han tenido que refugiar en la primera cueva para departir y jugar un envite con los magos de Oriente, que venían de camino cuando igualmente les pilló la tormenta. Espero que no se les ocurra apostar con el oro que llevan de ofrenda al Niño, porque la ludopatía juega tan malas pasadas que a veces no se libran ni los soberanos.

Es evidente que cuando mi comentario salga a la luz del nuevo año, la inmensa mayoría de ciudadanos estaremos pensando cómo diantre vamos a escalar la temible cuesta de enero, para luego caer en el bucle del siguiente mes y el otro y el otro, hasta llegar al oasis del doble sueldo de junio, que viene a ser la deseada tregua para nivelar un tanto las depauperadas economías domésticas; esas sobre las que los popes sociatas dijeron que no pasaba nada, que no había recesión, que nuestros diques dinerarios eran sólidos e imperturbables ante la marejada global. ¡Toma marejada!

Pero no es este el fin de mi comentario sino, como bien enuncio en el título, no dejo de sorprenderme de las continuas arbitrariedades que se cometen en los municipios, en este caso en la ciudad lagunera Patrimonio de la Humanidad; un título laboriosamente conseguido y que debe mantenerse a toda costa sin permitirse atentados urbanos como el que ahora voy a exponer y como otros que ya están previstos y agazapados en los estantes de alguna sede o estudio de arquitectura. Remito a los lectores a la página ocho de la edición de El Día del pasado lunes 29, para que se asombren como yo al contemplar la infografía de la fachada modernista del futuro centro de salud del Cristo. Un nuevo disparate estético que el Gobierno de Canarias a través de su consejería de Sanidad pretende implantar en el corazón de la Vega, justo detrás de dos urbanizaciones que en su momento fueron construidas con estilo canario para no desentonar con el entorno.

La finalidad de este centro, además de cubrir la demanda sanitaria de los habitantes de la zona aledaña Cristo, donde se está remodelando el antiguo edificio de la Seguridad Social, es la de cubrir la zona de Las Mercedes y (presupongo esto último) Jardina; ambas últimas con mayor prioridad por la escasez de alternativa cercana. Pues siendo así, no se explica cómo el ayuntamiento lagunero ha cedido para este menester un solar que en principio estaba previsto como zona ajardinada de ocio aledaña a las urbanizaciones ya construidas y citadas. Sin embargo, tampoco entendemos cómo en aras de una proximidad más eficiente a los caseríos no se contemplara el ofrecimiento de un particular, que cedía de forma voluntaria un solar para edificar dicho centro en una zona más alejada del entorno del Cristo, y que hubiera sido idónea para que el irremediable estilo de la construcción no afeara el histórico lugar.

Me viene a la memoria el atentado estilístico que se quiere cometer también en la plaza del Adelantado, con la polémica fachada modernista del edificio de los nuevos juzgados; nada acorde con la ermita de San Miguel, la más antigua de la ciudad, y el resto del conjunto que circunda la plaza. Pero no acaba aquí la incógnita, pues se rumorea que el nuevo edificio que se construya para el Mercado, sobre el solar del antiguo, va a ser también otro pegoste de diseño que chirriará respecto al resto del conjunto histórico de la villa de Abajo, con una parte superior reservada para una firma comercial de supermercados; no ha ocurrido así, sin embargo, con el hotel Nivaria como tampoco va a ocurrir con el otro que se está construyendo en el solar de la antigua fábrica de tabacos Álvaro; por lo que se deduce que cuando se quiere realizar algo acorde con el conjunto urbano, se puede lograr siempre que haya buena voluntad por todas las partes. Lo demás no deja de ser una descarada arbitrariedad, impuesta generalmente por personas poco afines a la personalidad de la vieja y querida ciudad, o simplemente porque son unos auténticos ignorantes, poco merecedores del cargo que ostentan.

Quiero concluir con un interrogante que subyace en mi mente. ¿Qué se irá a construir, y con qué estilo, en el futuro centro comercial de Las Quinteras?; solar que por lo visto pertenece a un conocido empresario de origen sirio. ¿Se permitirá por parte de Urbanismo algún otro desmán estilístico? De seguir así, dudo mucho que la ciudad Patrimonio de la Humanidad pueda mantener su honroso título durante mucho tiempo, si los responsables municipales no ponen coto a estas irregularidades urbanas. Bueno es que los laguneros tomen nota de estos desaguisados, que también siento como míos, para que de una vez se nos desprenda esta habitual pachorra canaria y aboguemos por un sentido racional del equilibrio arquitectónico de una ciudad que no merece semejante trato arbitrario.

Que el nuevo año 2009, que ha comenzado cuando se alumbre mi comentario, sea lo menos pródigo en problemas y lo más favorable posible a nuestros deseos personales, que a fin de cuentas no dejan de ser casi siempre los mismos y comunes a todos.