El Cristo de La Laguna descendió ayer de su antigua cruz de plata con la solemnidad de siglos y con toda la paz y alegría que cantó el coro del Círculo de Amistad XII de Enero, los fieles, el obispo de la Diócesis de Tenerife, Bernardo Álvarez, y sacerdotes que concelebraron la misa.

A las 11:00 horas dio comienzo la función religiosa, que contó con la asistencia del alcalde de La Laguna, Fernando Clavijo, y miembros de su corporación, y del referido coro, que cantó: "Peregrinos de la paz y la alegría,/convocados en el nombre del Señor,/celebremos la sagrada escritura/sacrificio y banquete de su amor".

En su homilía, el prelado nivariense dijo que "la muerte de Jesús no fue inútil, sino produjo el fruto del perdón y la satisfacción con Dios que no se consigue sino dando la vida. Celebremos a un Cristo vivo y resucitado y no muerto como me gusta decir ante este Cristo de La Laguna. No hay que creer en una imagen sino en quien la representa. A los esclavos pido que tengan el pensamiento de Dios y no el humano. Debemos conducir nuestra vida por el camino del amor, negándonos a nosotros mismos sin esperar nada sino dando. La gracia de Dios nos cura y nos libera".

En el transcurso de la misa tomaron posesión como nuevos miembros de la Esclavitud imponiéndoles el obispo sus medallas Juan Antonio Bello González, Juan Ignacio Perdomo Suárez, Luis Javier Díaz Lluna, Luis Felipe Toral Martínez, José Antonio Hernández Marichal y Carlos González Falero.

A las 12:34 horas los esclavos comenzaron a retirar los arreglos florales y la mesa del altar. El repique de las campanas se oyó a las 12:42 horas mientras cuatro sacerdotes descendían al Cristo de La Laguna, con el sonido de las salvas de fondo. Colocado en una mesa cubierta de terciopelo, a las 12:45 horas el obispo incienció al Cristo y le besó sus pies y la herida de su costado. Acto seguido, secó con un paño donde besó a la venerada imagen y lo introdujo en un recipiente con agua que fue vertida en la tinaja de la entrada del santuario, quedando el agua bendita, por lo que los fieles se la llevaron en botellas.

El alcalde de La Laguna, Fernando Clavijo, besó los pies del Crucificado moreno y dijo que "debemos actuar como el Cristo, siendo humildes, entregados y velando siempre por el bienestar de todos".

En el programa del ayuntamiento de las fiestas del Cristo, Clavijo añade que "vuelve septiembre y trae consigo los ecos del Cristo, el referente votivo, piadoso y espiritual que ha sido, durante siglos, nuestro símbolo religioso y cultural más destacado; aquel a cuyas plantas se han postrado a rezar canarios de todas las islas, gentes de diferentes culturas, sensibilidades y épocas".

Por la tarde, el Cristo fue traslado hasta la iglesia de La Concepción, produciéndose este año un hecho histórico como fue la parada de la imagen debajo del pórtico restaurado este año, devolviendo sus tres arcos deteriorados a su estado original del año 1755.