Julián de Armas dejará en breve el cargo de deán, pero continuará siendo canónigo y párroco de la Catedral de La Laguna, templo desde el que se marca un gran reto: "Conseguir que la parroquia de los Remedios sea, desde el templo catedralicio, un referente de una buena liturgia, de una adecuada programación cultural, así como de una atención preferencial y cercana a los más jóvenes y excluidos".

La parroquia de la Catedral, según Julián de Armas, "debe promocionar la cultura de la integración y nunca de la exclusión. Toda la vida parroquial debe estar muy cerca de los niños, los jóvenes y los ancianos".

El sacerdote se mostró "dialogante y tolerante, y muy pendiente de todas aquellas cuestiones que afectan a la dignidad de la persona y a los derechos de cada hombre y de cada mujer".

Con respecto a la apertura de la Catedral, Julián de Armas resaltó: "Mi corazón lloraba de gozo porque mi ilusión se unió a la de tantos laguneros y canarios que desde hace años esperaban ver abiertas las puertas del primer templo de la Diócesis".

El deán de la Catedral Julián de Armas se calificó en abril de 2013 como un "hombre Iglesia", al ser elegido presidente de la Asociación Lares Canarias, la federación de residencias y servicios de atención a los mayores del sector solidario, en su XXIV Asamblea General Ordinaria celebrada en Madrid.

No se equivocó el querido religioso porque, a lo largo de su trayectoria profesional, siempre ha estado pendiente de enaltecer los templos de Tenerife y que sus obras, incluso con peticiones y críticas algunas veces, llegaran a su final como ha sido el caso de su entrega a la reconstrucción y restauración de la Catedral de La Laguna.

Julián de Armas tendrá que dejar en el próximo mes de septiembre el cargo de deán, ya que para que pudiera acceder a un tercer mandato, el Obispado tuvo que cambiar los estatutos y para el cuarto se pidió un permiso excepcional a Roma que fue concedido por una única vez.

Sobre su cargo de deán, Julián de Armas manifestó que "fue un acto de confianza de mis compañeros canónigos y un reto ante la situación en que estaba la Catedral, que pedía una atención inminente. Por ello cuando tomé posesión del cargo de deán adquirí mi compromiso para remediar los males que el templo tenía".

El ser deán ha significado para Julián de Armas "una oportunidad de prestar un servicio a la Iglesia, y más concretamente a la nivariense, porque para mí la mayor satisfacción de un sacerdote es servir a la Iglesia y a la sociedad. No entiendo una vocación sacerdotal si no hay una vocación de entrega total a los demás".

Muchos han sido los mensajes de Julián de Armas, como el del primer centenario del templo. Se subió al campanario, repicó y gritó: "Rómpase el silencio porque es fiesta en la Catedral".

Aunque lucha por todos los sectores de la sociedad, ha dicho, con respecto a los mayores, "que deseo trabajar desde los valores sagrados que entraña toda persona mayor en su individualidad y, cómo no, en su integridad".